El Papa León XIV nombró este viernes a Richard Moth como nuevo arzobispo de Westminster, el puesto más relevante de la Iglesia católica en Inglaterra y Gales. El anuncio marca el inicio de una nueva etapa para el catolicismo británico, en un momento de cambios internos y de señales inéditas de diálogo ecuménico.
Moth, de 67 años, reemplazará al cardenal Vincent Nichols, quien dejó el cargo tras cumplir 80 años, la edad de jubilación establecida para los obispos católicos. Nichols estuvo al frente de la arquidiócesis durante 16 años, un período atravesado por debates sociales, reformas internas y transformaciones en el perfil de los fieles.

Nacido en Zambia y criado en Inglaterra, Moth desarrolló una trayectoria pastoral diversa. Antes de llegar a Westminster fue obispo de Arundel y Brighton y también encabezó el obispado de las Fuerzas Armadas, lo que le dio experiencia en contextos institucionales complejos. Además, se ha destacado por expresar públicamente sus posturas sobre el sistema penitenciario y la dignidad de las personas privadas de la libertad, un tema sensible en la agenda social británica.
Tras conocerse su designación, el nuevo arzobispo afirmó sentirse “profundamente conmovido” por la confianza del pontífice y aseguró que espera continuar “la gran aventura que es la vida de la Iglesia y el testimonio del Evangelio”, subrayando una mirada pastoral enfocada en la presencia pública y el compromiso social.
El nombramiento se produce en un contexto de crecimiento del catolicismo entre los jóvenes. Estudios recientes muestran que, entre las personas de 18 a 34 años en Inglaterra y Gales, los católicos ya superan en número a los anglicanos, una tendencia que revierte el panorama registrado apenas unos años atrás y reconfigura el mapa religioso del país.
La llegada de Moth a Westminster también coincide con un acercamiento simbólico entre Roma y Londres. Este año, el rey Carlos III y el Papa León XIV participaron juntos en una oración en la Capilla Sixtina, un hecho histórico que no tenía precedentes desde hace casi cinco siglos y que fue leído como un gesto de distensión entre la Iglesia católica y la monarquía británica.

El anuncio se da, además, en paralelo a cambios dentro del anglicanismo. En octubre, la Iglesia de Inglaterra designó a Sarah Mullally como la primera mujer en asumir el cargo de arzobispa de Canterbury, un contraste marcado con la estructura de la Iglesia católica, que mantiene un clero exclusivamente masculino.
Con este nombramiento, el Vaticano apuesta por un liderazgo con experiencia pastoral amplia y sensibilidad social, en una etapa en la que el catolicismo británico busca consolidar su presencia, especialmente entre las nuevas generaciones, y fortalecer los vínculos institucionales en un escenario religioso y político en transformación.
