Una fuerte explosión ocurrida en el sur de Moscú provocó la muerte del teniente general Fanil Sarvarov, uno de los altos mandos del Ejército ruso. Tras el hecho, las autoridades abrieron una investigación penal por asesinato y uso ilegal de explosivos, al considerar que se trató de un ataque deliberado.
El estallido se produjo cuando un artefacto explosivo colocado debajo de un automóvil detonó en una zona residencial. Sarvarov fue trasladado con vida a un hospital, pero murió horas después a causa de las heridas. El lugar fue rápidamente acordonado por fuerzas de seguridad, mientras peritos trabajaban para determinar el tipo de explosivo utilizado y la forma en que fue activado.
Sarvarov ocupaba un cargo estratégico dentro del Estado Mayor: era responsable de la planificación operativa y el entrenamiento de tropas, una función clave en el contexto de la guerra que Rusia mantiene con Ucrania. Su muerte representa uno de los golpes más sensibles contra la cúpula militar rusa desde el inicio del conflicto.
La apertura de una causa penal por asesinato marca un punto importante, ya que descarta cualquier hipótesis accidental y confirma que las autoridades consideran el hecho como un atentado planificado. Investigadores analizan cámaras de seguridad, registros telefónicos y posibles vínculos con redes de sabotaje, mientras se mantienen bajo reserva las principales líneas de investigación.

El ataque generó un fuerte impacto político y mediático. En el entorno del presidente Vladimir Putin, el hecho fue interpretado como una señal de que el conflicto se extiende más allá del frente de batalla y alcanza zonas que hasta ahora se consideraban seguras. En respuesta, se espera un refuerzo inmediato de las medidas de protección para funcionarios y altos mandos militares.
En los últimos meses, Rusia ya había registrado otros ataques selectivos contra figuras del aparato de seguridad, lo que alimenta el temor a una escalada de acciones encubiertas dentro del propio territorio. Analistas advierten que este tipo de atentados busca desgastar la sensación de control interno y golpear la moral de las Fuerzas Armadas.

Mientras avanza la investigación, el asesinato de Sarvarov deja al descubierto una realidad inquietante para el Kremlin: incluso en Moscú, el núcleo del poder ruso, la guerra ya no parece tener fronteras claras.