El 24 de diciembre suele asociarse a celebraciones y tradiciones, pero la historia también registra en esa fecha una serie de acontecimientos que marcaron rumbos políticos, urbanos y humanitarios. A lo largo de los siglos, este día fue escenario de decisiones y fundaciones cuyos efectos se extendieron mucho más allá de su contexto inmediato.
Uno de los hitos más relevantes ocurrió en 1814 con la firma del Tratado de Gante, acuerdo que puso fin a la guerra de 1812 entre Estados Unidos y el Reino Unido. El pacto cerró un conflicto que había tensionado el comercio atlántico y consolidó una relación bilateral que, con el tiempo, se transformaría en una de las alianzas más estables del sistema internacional.
Ese mismo día, pero casi tres siglos antes, en 1524, se fundó Santiago de León de Caracas. La creación de la ciudad sentó las bases de lo que luego sería el principal centro político y administrativo de Venezuela. Con el paso del tiempo, Caracas se convirtió en un eje clave de la vida económica, cultural y política del país, y en escenario central de procesos históricos decisivos.
La fundación urbana respondió a la lógica colonial de organización del territorio, pero su proyección superó ese marco. Desde Caracas se articularon movimientos independentistas, proyectos de Estado y debates que marcaron la historia venezolana y regional.

Más cerca en el tiempo, el 24 de diciembre de 1951 entró en vigor el Estatuto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Con ello, la comunidad internacional dio un paso institucional clave para la protección de millones de personas desplazadas por guerras y persecuciones, en el contexto posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Estos tres acontecimientos, separados por siglos y geografías, muestran cómo el 24 de diciembre fue también una fecha de decisiones estructurales. Más allá de su significado simbólico, la jornada dejó huellas concretas en la construcción de la paz, de las ciudades y de los marcos humanitarios que aún hoy siguen vigentes.