El jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, trazó un análisis político de alto voltaje sobre la gestión de Javier Milei, el populismo, el rol del Estado y las políticas públicas en la Ciudad de Buenos Aires.
Así, combinó elogios al presidente con marcadas diferencias conceptuales, al tiempo que dejó definiciones que también dialogan con la interna del PRO y con las tensiones políticas que se arrastran desde la última campaña legislativa en la Ciudad.
Macri destacó dos atributos centrales del presidente libertario, aunque los encuadró en una mirada más amplia sobre el ejercicio del poder. “Lo que tiene Milei es una capacidad infinitiva de generar expectativas y eso es bárbaro. Y tiene otra cualidad que destaco, que es la valentía para asumir costos”, afirmó.
En ese sentido, contrastó esa actitud con lo que definió como la lógica del populismo. “Principalmente, el populismo es el desconocimiento del costo”, sostuvo, y amplió: “El populismo dice que hay para todos, que no hay que ordenar, que no hay consecuencias. Para mí gobernar es asumir costos. Siempre se dirimen conflictos de intereses. Me siento cómodo en eso”.
Las declaraciones funcionan como un respaldo parcial a la narrativa de ajuste del Gobierno nacional, pero también como una definición política propia, anclada en la gestión y no en la confrontación discursiva.
En tono crítico hacia la administración de Horacio Rodríguez Larreta, su antecesor en la Ciudad, Jorge Macri puso el foco en dos áreas sensibles: la política de desalojos y el enfoque educativo.
Sobre este último punto, fue especialmente gráfico al cuestionar modelos pedagógicos que, según dijo, se aplicaron en los últimos años. “Antes, si el alumno escribía ‘hormiga’ sin hache no se le decía nada porque era estigmatizante. Eso fue una moda del mundo, pero otros países ya lo revirtieron y nosotros nos habíamos quedado con ese modelo”, señaló.
Según explicó, la actual gestión porteña busca revertir ese esquema y volver a marcar errores como parte central del proceso de aprendizaje, en línea con una concepción más tradicional de la educación.

Uno de los tramos más claros de diferenciación con Javier Milei apareció al abordar la situación del sistema de salud. Macri advirtió que la situación económica está generando una mayor presión sobre el sector público.
“Hay más presión sobre el sistema de salud público porque mucha gente dejó de pagar la prepaga y otros se quedaron sin obra social porque perdieron el trabajo”, explicó. Y remarcó una definición que lo distancia de la filosofía libertaria más dura: “El privado se puede correr, pero el Estado siempre va a estar”.
La frase resume una postura política que busca equilibrar la defensa del orden fiscal con un rol activo del Estado en áreas clave.
Las declaraciones de Jorge Macri se producen en un contexto político todavía atravesado por las tensiones de la última elección legislativa en la Ciudad de Buenos Aires. Durante la campaña, el macrismo denunció el uso de inteligencia artificial para perjudicar a la diputada Silvia Lospennato mediante la difusión de un video falso, una acusación que generó fuerte malestar en el PRO y profundizó la desconfianza con el entorno libertario.
Desde el espacio que conduce Macri interpretaron aquel episodio como un límite cruzado en la disputa electoral, en un distrito históricamente gobernado por el PRO y clave en la relación con La Libertad Avanza.
A ese antecedente se sumó un gesto político que no pasó desapercibido: el desplante de Javier Milei a Jorge Macri durante el tradicional Tedéum del 25 de Mayo. En la Catedral Metropolitana, el presidente evitó saludar al jefe de Gobierno porteño, un episodio que quedó registrado en imágenes y que fue leído como una señal explícita de la tensión entre ambos.
El hecho generó incomodidad en el PRO y reforzó la percepción de una relación institucional distante. En la reciente elección del 26 de octubre, sin embargo, ambos espacios confluyeron en una misma lista. Jorge Macri, de todas formas, no se involucró demasiado en la campaña, que fue capitaneada por Patricia Bullrich.
En ese delicado equilibrio, el jefe de Gobierno porteño intenta construir un perfil propio: con reconocimiento a la audacia política de Milei, pero marcando diferencias claras sobre el rol del Estado, la gestión y los límites de la confrontación política.