El exfutbolista Hugo Lamadrid se reunió con el periodista Tomás Méndez en El Living de NewsDigitales y habló sobre el final de su carrera, el golpe silencioso del retiro y la vida después del fútbol: “Dejar el fútbol no es fácil, es toda una movida”, dijo. Y aclaró que las decisiones extremas “no son por un solo motivo”. En su caso, el retiro llegó “mal en casi todo, menos en lo familiar”, y resumió ese combo con ironía: “Jackpot, me tiré un jackpot”.
La crisis del 2001 funcionó como anestesia y salvavidas: “A mí me salvó la crisis del 2001”, aseguró. Había abierto una panadería meses antes y el derrumbe lo obligó a hacer de todo: “Las facturas pasaron a ser un lujo… las tuve que empezar a hacer yo, sin saber”. No hubo tiempo para sobrepensar: “Esa crisis me tapó la crisis del retiro”.
El relato del exfutbolista enfatizó en el detalle crudo: “Hacía las medialunas, las pastafrolas, la tarta de ricota, todo yo”, contó. Aprendió rápido: “En dos semanas los tipos decían ‘qué buena factura’”. Trabajaba de noche, a la vista del barrio: “La gente pasaba y me veía laburando… y empezó a funcionar”.

Pero, el desgaste fue brutal: “Arrancaba los viernes a la mañana y terminaba los domingos a la noche, sin dormir”, recordó. Dormía sentado, con la cabeza a mil: “Ahí te tomás un vinito, alguna cosita que no tenés que tomar, y por la cabeza te pasan dos millones de cosas”.
Lamadrid no esquivó responsabilidades: “La mayor parte de las decisiones malas fueron mías”. Además, enumeró sin dramatizar: “Jugar con el pie roto, pelearme con un presidente, no cuidarme”. Y lo sintetizó en una frase filosa:
“Muchas veces somos el resultado de nuestras malas decisiones, no de las buenas”.
El recuerdo del fútbol apareció sin nostalgia ni tristezas: “El recuerdo hay que vivirlo y disfrutarlo”. Sin embargo, marcó el límite con crudeza: “Cuando el recuerdo empieza a tener melancolía, ahí cagaste”. Las risas, para él, fueron una salida:
“Pude transformar eso en humor; reírme de mi propia desgracia”.
El exjugador de Racing no se guardóni una afirmación en el bolsillo: “Estoy 7 puntos. Podría estar 9”, dijo, y confesó: “El DNI no miente, ya vamos a cumplir 60, ya duele todo”. En lo laboral, actualmente se encuentra en el rubro inmobiliario y se ahorró cualquier crítica que tuviese en la mente: “No me puedo quejar, sería injusto”.
Sobre el final de la charla, agradeció y aclaró: “No tengo rencor para con nadie”. Destacó a Beto Casella: “Lo que aprendí en un año y medio en esa mesa no lo aprendés en diez”. Sobre la política, no cierra puertas: “Me gusta la política… no la descartaría”. Y dejó una advertencia clara como el agua:
“Hay una degradación de la clase política que hace que la gente desconfíe y habilite nuevas caras”.