26/12/2025 - Edición Nº1053

Internacionales

Espionaje silencioso

La espía invisible de Malvinas que operó desde la costa argentina

24/12/2025 | A los 52 años, una mujer anglouruguaya fue reclutada por el Reino Unido y vigiló movimientos navales desde Mar del Plata.



Durante la Guerra de Malvinas, mientras los combates se concentraban en el Atlántico Sur y las islas, una operación silenciosa se desarrollaba lejos del frente. No hubo disparos ni uniformes, pero sí observación constante, riesgo extremo y un secreto que se mantuvo intacto durante más de cuarenta años.

La protagonista fue una mujer anglouruguaya, que en 1982 tenía 52 años y residía en Mar del Plata. Desde allí fue reclutada por el Reino Unido para cumplir una misión de inteligencia clave: vigilar movimientos de submarinos argentinos desde la costa.

Su puesto de observación no era una base ni un edificio oficial. Operaba desde una construcción abandonada frente a una base naval, con vista directa al mar. Su tarea era simple en apariencia, pero estratégica en términos militares: observar, identificar horarios, contar unidades y reportar cualquier actividad relevante.

Entre abril y junio de 1982, la mujer siguió de cerca el movimiento de la flota submarina argentina. Según relató décadas después, una noche llegó a ver tres submarinos salir del puerto, aunque solo dos terminaron participando activamente del conflicto. Esa información, transmitida por canales discretos, era vital para el planeamiento naval británico, que consideraba a los submarinos argentinos una de las mayores amenazas para su flota.


Submarinos de la Armada Argentina en una imagen de archivo del conflicto del Atlántico Sur.

El espionaje no era algo nuevo en su vida. Provenía de una familia vinculada a tareas de inteligencia desde la Segunda Guerra Mundial. De niña, había colaborado sin saberlo en la transmisión de mensajes cifrados, repitiendo códigos cuyo significado desconocía. Esa rutina temprana marcó su relación con el secreto, la disciplina y el silencio.

Tras el final de la guerra, la mujer no habló con nadie. Se mudó a Montevideo, donde llevó una vida completamente anónima. Durante décadas, su participación permaneció oculta, incluso para personas cercanas. Recién a los 97 años decidió reconstruir públicamente su historia. Lo hizo con serenidad y sin arrepentimientos. Afirmó que volvería a hacerlo si fuera necesario y sostuvo que nunca se consideró una heroína, sino alguien que cumplió una tarea en un momento que consideró decisivo.


Vista de la costa de Mar del Plata, desde donde la espía observaba el movimiento naval durante el conflicto de 1982.

Su testimonio revela una dimensión poco conocida de la guerra: la inteligencia humana operando dentro del propio territorio argentino, sin tecnología sofisticada ni estructuras visibles. Un conflicto que también se libró en silencio, desde ventanas oscuras, con binoculares, memoria y paciencia.

El caso vuelve a poner sobre la mesa una verdad incómoda: en Malvinas no solo hubo combates militares, sino también una guerra invisible, protagonizada por civiles que actuaron en las sombras y cuyas historias recién ahora empiezan a salir a la luz.