Cada 24 de diciembre se conmemora el Día de la Policía Federal Argentina (PFA). La fecha recuerda la creación formal de la institución en 1943, cuando el Estado nacional decidió unificar, profesionalizar y centralizar las funciones policiales en el ámbito federal.
Hasta 1943, la seguridad en Buenos Aires estaba en manos de la Policía de la Capital, una fuerza con fuerte impronta local. El 24 de diciembre de ese año, mediante el Decreto N.º 17.750/43, el Gobierno de facto de Pedro Pablo Ramírez dispuso la creación de la Policía Federal Argentina, que absorbió a la Policía de la Capital y amplió su jurisdicción a delitos de competencia nacional. No fue solo un cambio de nombre: fue un salto político e institucional.
La nueva fuerza nació con una misión clara: investigar delitos federales, proteger instituciones del Estado, custodiar fronteras internas sensibles y actuar donde las policías provinciales no tenían competencia. Desde entonces, la PFA quedó bajo la órbita del Poder Ejecutivo Nacional y, con el tiempo, del Ministerio de Seguridad.

La Policía Federal no es “una policía más”. Su estructura incluye áreas que marcaron época: la Superintendencia de Investigaciones, la Policía Científica, la Federal Antidrogas, la División Trata de Personas, Delitos Complejos y Terrorismo. La famosa “Federal” fue, durante décadas, la principal agencia de investigación criminal del país.
Su rol en causas judiciales de alto impacto la convirtió en una fuerza con peso propio: desde investigaciones de crimen organizado hasta atentados, secuestros extorsivos y narcotráfico. La imagen del agente federal no es folklore: es memoria colectiva de una Argentina donde la Federal era sinónimo de investigación seria… y también de temores bien fundados.
La PFA no escapa a la historia argentina: dictaduras, democracias frágiles, reformas a medias y crisis recurrentes. Durante los Gobiernos militares, sectores de la fuerza participaron en tareas de inteligencia y represión ilegal, un capítulo oscuro que aún pesa sobre su legado institucional. En democracia, atravesó procesos de depuración, modernización y pérdida de poder frente a nuevas fuerzas.

Un punto de quiebre llegó en 2016, cuando gran parte de sus funciones en la Ciudad de Buenos Aires pasaron a la Policía de la Ciudad. Desde entonces, la Federal reconfiguró su perfil: menos patrullaje urbano, más investigación federal. Menos calle, más expediente.
Hoy, la Policía Federal Argentina cuenta con decenas de miles de efectivos, formación universitaria en varias especialidades y una fuerte impronta técnica. Su instituto universitario, el IUPFA, forma oficiales con enfoque jurídico, criminalístico y científico. Ya no alcanza con el revólver y la chapa: hoy son un engranaje clave los peritajes, el análisis de datos y la cooperación internacional.
La PFA integra redes como Interpol y trabaja de forma conjunta con fuerzas provinciales y federales. En un país federal por Constitución y centralista por costumbre, su rol sigue siendo clave, aunque más silencioso que antes.

Que el Día de la Policía Federal se conmemore el 24 de diciembre no es menor: mientras muchos brindan, los oficiales patrullan, investigan o hacen guardias eternas.