La grieta política en Argentina ha cruzado el límite de las redes sociales para romper definitivamente la mesa familiar. Según la última encuesta de opinión pública de la consultora Giacobbe, el 11,8% de los argentinos admite que los signos políticos enfrentados impiden la reunión familiar en estas Fiestas y responden tajantes: "Sí, evitamos reunirnos".
Este fenómeno de intolerancia se da en un escenario de paridad técnica absoluta: el presidente Javier Milei cuenta con un 47,0% de imagen positiva frente a un 46,1% de negativa, una división que se traslada de forma directa al living de los hogares. Para ese 12% de la población, el costo de la discusión política ya es superior al valor del encuentro tradicional.
El informe revela que, aunque una parte de la sociedad intenta sostener el vínculo, el agotamiento es evidente. La distribución de las mesas argentinas para este 24 de diciembre se divide así:
La imposibilidad de diálogo no es casual. El hartazgo social se alimenta de figuras que generan rechazos masivos en los sectores opuestos, lo que vuelve el intercambio de opiniones un campo de batalla.
Los datos de noviembre ya mostraban este clima de hostilidad: la ex presidenta Cristina Kirchner tiene un 55,1% de imagen negativa, mientras que el gobernador Axel Kicillof alcanza un 51,5% de rechazo. En el oficialismo, Javier Milei sostiene un 46,1% de negativa, acompañando la polarización que rodea al oficialismo.
Este clima de confrontación se extiende incluso al ámbito deportivo, donde el 65,8% de la sociedad percibe "mucha corrupción" en el fútbol argentino y asocia al presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia, con términos como "mafioso" o "corrupto".