En El Living de NewsDigitales, el mítico cantante de metal Beto Zamarbide cuenta su relato y va y viene entre el presente creativo y una historia que sigue pesando pero no inmoviliza: “Yo no estoy mirando para atrás con nostalgia; estoy mirando todo junto”. En diálogo con el periodista Juan Ignacio Provéndola, el cantante recorre su actualidad con Primal, los aniversarios que marcarán el 2026 y esa idea que atraviesa toda la charla: no parar.
El presente de Zamarbide tiene nombre propio: Primal. El proyecto sigue creciendo y cruzando fronteras. “En este momento el segundo disco lo están editando en vinilo en México”, cuenta, subrayando el valor simbólico del formato y del contexto.
Pero lo central parece ser lo que viene: “Tenemos pendiente la grabación del álbum de Primal. Sería el tercero. Todavía no sabemos qué nombre va a tener”, explica. El proceso ya empezó: “Tenemos dos temas que probablemente estén en ese álbum y ahora estamos comenzando a componer”.

El método de trabajo es colaborativo y a distancia: “Cuando vuelva a Miami voy a empezar a trabajar en las canciones que ya me están pasando Glenn y Jorge. Ellos están trabajando temas nuevos en el estudio de Jorge, me los pasan a mí, yo le agrego las melodías, las voces, y así vamos”, cuenta, en relación a sus compañeros de Primal.
El año próximo no será uno más. “En el 2026 se cumplen 40 años de 'El fin de los inicuos'”, recuerda Beto, en referencia al tercer y último álbum de V8. “Ese disco también es un álbum que quedó como medio trunco, ¿viste? Es el álbum de la separación”.
Zamarbide reconoce el peso simbólico de ese material: “Es un disco que merece algo, porque marcó un cierre muy fuerte”. Aunque aclara que, a diferencia de Luchando por el metal, el disco anterior, este sí tuvo recorrido: “El fin de los inicuos lo presentamos en el Parakultural, lo tocamos, lo rodamos”.
La charla se cruza inevitablemente con Logos. “Ahí se mezclan las cosas en la cabeza, porque El fin de los inicuos podría haber sido también el primer álbum de Logos”, dice, entre risas, consciente de que las fronteras entre etapas no siempre son prolijas. Además, se suma otro aniversario: “El año que viene también se cumplen 20 años de Plan mundial para la destrucción, de Logos”. Y añade con optimismo:
“Para mí el 2026 va a ser un año muy de reencuentros con esos viejos álbumes que tampoco tuvieron una segunda vida”.
Antes del cierre, Zamarbide agradece el espacio y lo deja claro: “Estoy muy agradecido de esta oportunidad, de darle difusión a estas cosas que hacemos con mucho amor y mucho cariño”.
El pasado pesa, pero no aplasta. En la voz de Beto Zamarbide, sigue siendo motor. Porque algunas carreras no se miden por etapas cerradas, sino por la capacidad obstinada y vital de seguir diciendo algo verdadero arriba de un escenario.