De acuerdo con las últimas estimaciones oficiales, la producción de trigo en Argentina rondaría los 27 millones de toneladas en la campaña 2025/26. Desde el punto de vista productivo, se trataría de un hito histórico, tanto por el volumen proyectado como los rendimientos máximos del cereal, en una superficie de siembra relativamente estable al nivel de los últimos años.
Sin embargo, desde la Fundación Mediterránea advirtieron que este récord físico no tendría su correlato comercial. El precio internacional del grano se ubica en mínimos del siglo y el ingreso de divisas por las exportaciones de trigo 2025/26 quedaría lejos de otros registros alcanzados en el pasado.
Según la última previsión oficial de la Secretaría de Agricultura, con el 76% del área ya cosechada a mediados de diciembre de 2025, la producción de trigo 2025/26 se ubicaría en 26,8 millones de toneladas a nivel nacional.
En comparación con la campaña 2024/25, el volumen producido aumentaría cerca de 50%, al pasar de 18,5 a 26,8 millones de toneladas. El principal impulso fue el salto de casi 40% en los rindes medios del cultivo (de alrededor de 30 a 40 qq/ha) y, en menor medida, por un incremento del 4% en el área sembrada, que creció unas 300.000 hectáreas.
En relación el máximo anterior de la serie, alcanzado durante la campaña 2021/22, la producción sería aproximadamente 20% mayor y la mejora se explicaría prácticamente en su totalidad por mayores rindes, dado que la superficie cultivada se mantendría en niveles similares a los de entonces, entre 6,7 y 6,8 millones de hectáreas.
La contracara de estas buenas noticias es la floja coyuntura de precios para el cereal. “Para tener orden de magnitud, el precio medio de las exportaciones de trigo constituiría el tercer peor registro en lo que va del siglo y guardaría una brecha negativa de más del 30% con respecto a su promedio histórico”, advirtió Franco Artusso, economista del IERAL de la Fundación Mediterránea.
El récord productivo de la campaña de trigo 2025/26 se apoya en condiciones climáticas favorables que permitieron alcanzar rindes excepcionales; pero también en señales de política orientadas a construir un clima de menor presión impositiva, avances en la normalización del frente cambiario y una agenda declarada de reducción de costos y trabas administrativas.
Según Artusso, esto contribuyó a “sostener el cultivo dentro de la rotación aun cuando las perspectivas de precios tampoco eran las mejores al inicio de la campaña”.
Y concluyó: “De cara a lo que viene, el desafío es profundizar esta agenda, en particular avanzando hacia la eliminación de los derechos de exportación al trigo, para que el salto de productividad del último año no sea un episodio transitorio sino un proceso sostenible”.