26/12/2025 - Edición Nº1053

Agro

Balance 2025

Retenciones, estabilidad y dudas: cómo es el clima del campo frente al plan de Milei

25/12/2025 | El periodista Ariel Maciel analizó el impacto de las políticas de la Casa Rosada en relación a los derechos de exportación al agro.



En el Living de News Digitales, el periodista Ariel Maciel, jefe de Economía y Política de Perfil, analizó el impacto de las políticas del Gobierno nacional para el sector agroindustrial. En paralelo, describió cual es el ánimo del sector empresarial argentino, en un escenario donde vuelven a percibirse algunas tensiones entre campo e industria. 

Como telón de fondo, Maciel hizo hincapié en la necesidad de divisas que atravesó al Gobierno durante todo el año, especialmente para afrontar vencimientos de deuda y sostener la estabilidad cambiaria. En ese marco, coinsideró que las sucesivas modificaciones en los esquemas de derechos de exportación en granos y subproductos fueron medidas orientadas a obtener dólares en el corto plazo. 

-¿Qué te llamó la atención este año en las políticas económicas y agropecuarias del Gobierno nacional?
-Lo que se vio fue un escenario bastante complejo, difícil de poder analizar desde un solo punto de vista. Veníamos de un Gobierno que estabilizó la macroeconomía y dentro de esa estabilidad, necesitaba jugadores que respondan a ese esfuerzo que le había pedido a la sociedad entera y que también les había hablado a los sectores, al sector privado y a los sectores empresarios.

Entonces, nosotros veíamos algunas características que tenían que ver con el gobierno de Javier Milei. En principio, Milei fue el año pasado a la Unión Industrial Argentina y les dijo: “Ustedes vivieron del campo”, y lo primero que hizo fue marcar o intentar marcar esa diferencia entre los industriales y el agro, y volver a esa grieta histórica que hubo del campo y la industria.

Ahí es donde empieza a mirarse al campo de otra manera y empieza a analizarse al campo de otra manera. Que el productor líquida o no liquida, si vende los granos, y de repente te encontrás con otros actores que muestran una fortaleza mucho más grande y que estaban medio escondidos en esa lógica. Empezás a ver que hay jugadores muy importantes en la Argentina que tienen que ver justamente con el procesamiento de esa materia prima y con lo que exporta la Argentina.

-En enero se anunció una baja gradual en los derechos de exportación que vencía en julio. Después Milei las ratificó en la Sociedad Rural y en septiembre llegó el “hot sale” de tres días. ¿Cómo evaluamos esos tres momentos? 

-Primero tenemos que mirar lo que sucedía en la economía de la Argentina y la necesidad de caja que tenía el Gobierno. Y ahí es donde después vamos a llegar a lo que sucede en el clima, en el ánimo del productor. En toda la primera parte del año el Gobierno necesitaba dólares para poder cubrir vencimientos de deuda. Y la necesidad del vencimiento de deuda está vinculada con algo que es clave en la cabeza del gobierno. Uno tiene que entender cómo funciona la cabeza de Luis Caputo, que es el ministro de Economía, que de algún modo coordina absolutamente todo. No hay política vinculada con la economía que no la defina Luis Caputo, pero hay alguien que la define más que Caputo, que es el propio presidente Javier Milei.

El Gobierno tiene la obsesión por volver al mercado internacional de deuda. Entonces, para eso necesita bajar el riesgo país. Si llegás a tener algún problema en todo lo que es el pago de la deuda argentina, la deuda externa con bonistas, con organismos internacionales de crédito, con el Fondo Monetario Internacional, te empieza a generar un ruido mayúsculo ante una situación que el gobierno venía festejando de orden macroeconómico, con una inflación descendiendo en los aumentos.

Básicamente lo que está sucediendo es que los precios suben menos que antes, pero no deja de haber inflación. En ese contexto, lo que el Gobierno necesitaba es sostener esa estabilidad. Esa estabilidad estaba muy vinculada con un dólar, un tipo de cambio intervenido dentro de bandas cambiarias que se establecen, y en ese esquema es que necesita dólares. Esa primera parte del año era la más desafiante. No fue casualidad que el sector agroindustrial que podía exportar tuviera esos beneficios durante ese tiempo. Es una curva de vencimientos. Y el “hot sale” del que vos hablás se da justamente por una necesidad muy importante.

Un nuevo dólar 

-¿Se puede hablar del “dólar soja” de Milei?
-Es un nuevo tipo de dólar, como en su momento lo tuvo Sergio Massa durante su gestión en el Ministerio de Economía, en el gobierno de Alberto Fernández, donde tenía un dólar para cada necesidad. Si vos podías llegar a vender algo, te hacía un dólar especial para que lo liquidaras. Esto tenía que ver con lo mismo: necesitaban 7.000 millones de dólares y los tuvieron.

Y eso está vinculado con cuál es la estrategia. El equipo económico necesita seguir un plan, que es volver a los mercados internacionales de deuda. Como no va a haber déficit y no se emitirán pesos, lo que va a hacer es emitir deuda. Para emitir deuda necesita cada vez más dólares para que el mercado vea que va a cumplir con sus metas. Durante 2026, Argentina tiene que pagar aproximadamente 19.000 millones de dólares en deuda externa.

-El equivalente a un complejo soja.

-Exacto. Para eso lo que necesita es volver a los mercados de deuda. Está anunciando también el cierre del año con una licitación en bonos en dólares. No es volver al mercado internacional de crédito todavía, es un paso más. Son bonos en dólares que le van a generar las divisas necesarias para poder pagar el primer vencimiento de 2026, que es alrededor de 2.000 millones de dólares. Ese contexto hace que necesite endeudarse. Para endeudarse necesita mostrar que tiene capacidad de pagar. O lo hace con lo que tiene, que en general está apalancado con el campo, y el resto lo va a hacer con dólares.

-Este “hot sale” de septiembre, ¿no fue una manta corta?
-Hay dos cuestiones. No le importaba la manta, le importaba que la manta le alcanzara para ese momento. Entonces, a nadie se le escapa que si vos tenés una política impositiva temporal, todo el mundo va a entrar en esa ventana y el resto no lo va a hacer. Eso no pasa solo con el campo, pasa en todos lados. Si vas a hacer un consumo y te enterás que dentro de una semana hay una feria de descuentos, esperás. Pasa con el Hot Sale, el Black Friday, el Cyber Monday, o cuando vas al supermercado y tu tarjeta te da descuento un día específico. Eso pasa lo mismo en el campo. El problema es la ausencia de un plan a largo plazo. El gobierno necesitaba 7.000 millones de dólares, no importaba cómo. Por eso no le importaba lo que pasaba después. Y eso fue en contra de intereses de productores de Estados Unidos, que en ese momento estaban diciéndole a China: “Yo no te pienso dar nada hasta que no me pagues lo que quiero”. Y de repente el gobierno argentino le vende soja a China y le quita esa herramienta de negociación a los estadounidenses. Eso tiene que ver con necesidades de urgencia, no estratégicas. Evitar un default, evitar una devaluación y mantener políticamente concentrado el poder en las finanzas y la economía, usando a la economía real para emparchar esas finanzas.

El impacto del acuerdo con Estados Unidos

-En este escenario, ¿cómo juega el acuerdo con Estados Unidos?

-Hay algo importante: dentro del primer trimestre de 2026 se van a conocer los detalles del acuerdo y se va a firmar finalmente. Hay mucha ansiedad por eso. El embajador Peter Lamelas estuvo en Buenos Aires y dijo que el acuerdo se va a firmar dentro de poco. Eso genera condiciones macro de cierta tranquilidad para el empresario argentino, porque vas a tener que cumplir con un país que es lógico. Desde el alineamiento ideológico prefieren a Estados Unidos antes que a China. Pero al mismo tiempo hay otros desafíos importantes. China es un gran comprador de la Argentina en materia de productos agropecuarios. Estados Unidos tiene como objetivo desbancar a China como socio en la región. Brasil es un socio muy fuerte de China. Del acuerdo no se sabe casi nada. Lo que sí se sabe son las condiciones de los productores estadounidenses: es más probable que Argentina exporte productos que no compitan con su producción. El resto te lo van a querer vender ellos. Y también hay mucha ansiedad en distintos sectores por el acuerdo con Estados Unidos.

-¿Cómo estás notando el clima del empresariado argentino frente a las decisiones de Milei para el sector agroindustrial?

Es la primera vez que se ve una ambivalencia tan grande. Ideológicamente están cómodos, pero pragmáticamente muy enojados. Hay entusiasmo con las reformas, sobre todo la laboral y un clima de “este es nuestro momento”. Pero cuando hablás de inversión, los mismos empresarios te dicen que no invierten. Muchas multinacionales se fueron de Argentina, ahora que pueden salir, se van. Las que se quedan son empresarios argentinos. El campo y la industria no se pueden ir, tienen enterradas sus inversiones. Entonces dicen: ya hice todo mi esfuerzo, ajusté, me modernicé, ¿cuándo me toca a mí? Si me vas a seguir asfixiando con retenciones, es lo mismo de siempre, pero con estabilidad. No hay clima para una 125, pero sí para un reclamo cada vez más fuerte: bancamos el modelo, pero los negocios tienen que funcionar y me tenés que cumplir lo que prometiste. En las elecciones se vio claramente: voto celeste en las provinciales y violeta en las nacionales. Es el corazón y la cabeza. El problema es cuando hay una disociación entre lo que pensás y lo que te pasa en el bolsillo. El campo es un sector tecnificado, competitivo, que hizo su parte. Ahora espera la otra parte y no la encuentra. Caputo dice que la estabilidad macro es el plan, pero el reclamo del campo de no vivir en emergencia constante va a seguir creciendo.
 

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