Unas 26.000 personas se congregaron este jueves en la Plaza de San Pedro para escuchar el tradicional mensaje de Navidad Urbi et Orbi pronunciado por el Papa León XIV, uno de los actos más solemnes y simbólicos del calendario de la Iglesia católica.
Tras la misa de Navidad, el Papa se asomó desde el balcón central de la Basílica de San Pedro para impartir su bendición “a la ciudad y al mundo”, una fórmula reservada únicamente para ocasiones especiales como Navidad, Pascua y el inicio de un nuevo pontificado. El mensaje fue seguido no solo por los fieles presentes en la plaza, sino también por millones de personas en todo el mundo a través de transmisiones televisivas y plataformas digitales.
Durante su discurso, el pontífice centró sus palabras en la urgencia de detener los conflictos armados, aliviar el sufrimiento de las poblaciones civiles y reforzar el diálogo entre los Estados. En línea con la tradición del Urbi et Orbi, el mensaje combinó reflexiones espirituales con una lectura directa de la situación global, marcada por guerras prolongadas, crisis humanitarias, desplazamientos forzados y tensiones políticas.
El Papa insistió en la necesidad de solidaridad entre los pueblos, de no permanecer indiferentes ante el dolor ajeno y de proteger a los sectores más vulnerables, especialmente niños, ancianos y personas obligadas a abandonar sus hogares.
El Urbi et Orbi es una de las bendiciones más antiguas y significativas de la Iglesia católica. Su origen se remonta a la Edad Media y conserva un profundo valor simbólico para los fieles. Según la doctrina católica, quienes reciben esta bendición, tanto de manera presencial como a través de transmisiones oficiales, pueden acceder a la indulgencia plenaria, siempre que cumplan las condiciones establecidas.
Como es habitual, el mensaje incluyó saludos en distintos idiomas, dirigidos a comunidades de todo el mundo y a regiones especialmente afectadas por la violencia y la pobreza, reforzando el carácter universal del acto y el rol del Papa como referente moral a escala global.

La celebración se desarrolló bajo un amplio operativo de seguridad, con controles de acceso y presencia de fuerzas vaticanas e italianas, un dispositivo habitual en eventos de alta convocatoria. A pesar de las bajas temperaturas del invierno europeo, la plaza estuvo colmada por peregrinos, turistas y familias que siguieron el mensaje en un clima de recogimiento.
Con el Urbi et Orbi, el Papa cerró las celebraciones centrales de Navidad y dejó planteados los ejes que marcarán la agenda del Vaticano en los próximos meses. En los próximos días encabezará los actos de Año Nuevo, especialmente la Jornada Mundial de la Paz, otro momento clave en el que la Santa Sede suele volver a insistir en la resolución pacífica de los conflictos y en la defensa de la dignidad humana.