El Primer Festival Internacional Cinematográfico de Mar del Plata abrió sus puertas el 27 de diciembre de 1954 como parte de una política cultural deliberada del Gobierno de Juan Domingo Perón.
El cine era concebido no solo como expresión artística, sino como una industria estratégica capaz de generar empleo, divisas y prestigio internacional. En ese marco, el festival se pensó como una vidriera para el cine nacional y, al mismo tiempo, como un espacio de intercambio con las principales cinematografías del mundo.
Un dato poco difundido es que el festival no nació como un evento competitivo. En su primera edición no se entregaron premios oficiales: la prioridad fue la exhibición y el posicionamiento internacional, más que la competencia. La organización estuvo a cargo de organismos estatales vinculados a la política cultural y contó con el apoyo activo de sindicatos del sector cinematográfico, que participaron en la logística y programación, algo inusual para la época.
Las proyecciones se realizaron en salas emblemáticas de la ciudad, como el Teatro Auditorium y cines céntricos que hoy ya no existen, convertidos entonces en puntos de encuentro entre realizadores, críticos y público. Participaron películas de más de una decena de países, con fuerte presencia europea y latinoamericana, lo que convirtió al festival en el primer evento cinematográfico verdaderamente internacional del país.
Tras el golpe de Estado de 1955, el festival fue interrumpido y su origen peronista deliberadamente silenciado durante años. Sin embargo, su estructura y prestigio iniciales permitieron que, al retomarse en la década del sesenta, Mar del Plata recuperara rápidamente su lugar en el circuito internacional.
Aquel impulso fundacional explica un dato clave: hoy es el único festival de cine de clase “A” de América Latina reconocido por la FIAPF. Todo comenzó aquel 27 de diciembre de 1954, cuando el Estado argentino decidió que el cine también era política pública.
Entre 2015 y 2019, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata atravesó una etapa de fuerte discusión sobre su identidad y financiamiento. Aunque mantuvo su estatus de festival clase “A”, debió adaptarse a recortes presupuestarios y cambios en las políticas culturales nacionales. En ese período se reforzó la presencia del cine independiente argentino y latinoamericano. Su programación priorizó primeras y segundas obras, retrospectivas de autor y un diálogo más estrecho con el público local, aun cuando disminuyó la llegada de grandes figuras internacionales.
La pandemia de COVID-19 marcó un punto de inflexión. En 2020 y 2021 el festival se realizó en formatos híbridos, combinando funciones presenciales limitadas con proyecciones online, una experiencia inédita en su historia. Entre 2022 y 2025, ya con la presencialidad recuperada, el festival volvió a posicionarse como una plataforma central para el cine argentino contemporáneo, con especial énfasis en producciones federales, diversidad de miradas y nuevas narrativas.
A más de 70 años de su creación, el Festival de Mar del Plata sigue activo, discutiendo su rol y reafirmando, año tras año, la misma idea fundacional: el cine como política cultural y como expresión viva de la identidad nacional.