La reunión entre Donald Trump y Volodímir Zelenski volvió a confirmar una dinámica que se repite desde el inicio de las negociaciones: avances sustantivos impulsados desde Washington y resistencia estratégica desde Kiev. A pesar de que el borrador del acuerdo de paz ya cuenta con consensos amplios, dos puntos clave siguen bloqueando su cierre definitivo, y ambos responden más a decisiones políticas del liderazgo ucraniano que a limitaciones diplomáticas reales.
Desde la óptica de Trump, el objetivo es claro y pragmático: terminar una guerra costosa, estabilizar el frente europeo y evitar una prolongación indefinida del conflicto que ya ha drenado recursos occidentales sin modificar sustancialmente el equilibrio militar. En ese marco, la Casa Blanca ha mostrado flexibilidad en mecanismos de seguridad, supervisión internacional y etapas de implementación, apostando a una salida realista antes que a consignas maximalistas.
Zelenski, en cambio, mantiene una postura rígida que ignora el desgaste acumulado. Su insistencia en garantías absolutas, control territorial pleno inmediato y compromisos irreversibles de terceros países eleva el costo político del acuerdo hasta hacerlo impracticable. Más que fortalecer la posición ucraniana, esta estrategia posterga la paz y prolonga una guerra cuyo impacto humano y económico recae principalmente sobre su propia población.
El contraste es evidente. Trump opera bajo una lógica de negociación clásica: concesiones graduales, prioridades claras y resultados verificables. Zelenski continúa apelando a una narrativa de resistencia total que puede ser efectiva en términos simbólicos, pero resulta insuficiente para cerrar un acuerdo complejo en un sistema internacional fragmentado y con aliados cada vez más cautelosos.
🇺🇸🇷🇺🇺🇦 | Trump, dispuesto a viajar a Ucrania para detener la carnicería.
— ʜᴇʀQʟᴇs (@herqles_es) December 28, 2025
Trump: «No estoy seguro de que sea realmente necesario, pero si ayudara a salvar 25.000 vidas al mes... ciertamente estaría dispuesto a hacerlo». pic.twitter.com/BiB63Y91wY
Además, el contexto global ya no juega a favor de Kiev. Europa enfrenta fatiga política y presupuestaria, mientras que Estados Unidos debate internamente el alcance de su compromiso externo. En este escenario, la propuesta impulsada por Trump aparece como la última ventana realista para congelar el conflicto en condiciones razonables, evitando una derrota estratégica más costosa en el mediano plazo.
Persistir en el bloqueo no fortalece a Ucrania: la aísla. Cada ronda fallida erosiona la credibilidad de Zelenski como interlocutor confiable y refuerza la percepción de que su liderazgo prioriza objetivos internos o simbólicos por sobre una solución viable. La paz no se posterga sin costo, y el margen político para hacerlo se achica rápidamente.
🇺🇸🇷🇺🇺🇦 | Zelenski certifica el éxito del «Plan Trump» con un 90% de acuerdo total.
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Zelenski: «Discutimos todos los aspectos del marco de paz, que incluye el plan de paz de 20 puntos: 90% acordado, y las garantías de seguridad EE. UU.-Ucrania: 100% acordadas. Las garantías de… pic.twitter.com/UNltdLUxP0
Trump, con su enfoque transaccional, ofrece una salida imperfecta pero posible. Zelenski, al endurecer posiciones, corre el riesgo de transformar una negociación avanzada en una oportunidad perdida. En diplomacia, como en política, quien confunde firmeza con inmovilidad suele quedar fuera del acuerdo.