El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, cerró el año con un nuevo movimiento en su gabinete, en una decisión que combina lectura electoral, ajuste de gestión y reposicionamiento político frente a un electorado atravesado por la irrupción libertaria. La reducción de ministerios y los cambios en áreas sensibles buscan enviar un mensaje: el cordobesismo intenta adaptarse sin resignar identidad.
Durante el último fin de semana del año, el Ejecutivo provincial confirmó que pasará de 14 a 12 ministerios. Las carteras de Ambiente y Desarrollo Humano perderán rango ministerial y se convertirán en secretarías, al tiempo que se anunció un recambio en la conducción de la Agencia Córdoba Cultura. En la gobernación explican el rediseño como una forma de “optimizar recursos y fortalecer respuestas del Estado”, aunque puertas adentro se lo lee como una reacción al mensaje de las urnas.
En ese marco, Liliana Montero quedará al frente de la Secretaría General de Salud y Desarrollo Humano, con rango ministerial, bajo la órbita del Ministerio de Salud. Psicóloga y dirigente con recorrido territorial, su relocalización es interpretada como una apuesta a profundizar el vínculo entre sistema sanitario y comunidad, con foco en salud mental, adicciones, medicamentos y telemedicina, áreas donde la demanda creció con fuerza en el último año.
Por su parte, Victoria Flores pasará a conducir la Secretaría General de Educación y Ambiente, también con jerarquía ministerial, dentro del Ministerio de Educación. La decisión marca un giro respecto del impulso inicial que Llaryora le dio a la agenda ambiental, ahora subordinada a una lógica de articulación comunitaria y educativa. En el oficialismo aseguran que no habrá retroceso presupuestario y hablan de “empoderamiento operativo”, aunque el cambio de rango no pasa inadvertido.
El tercer movimiento relevante se dio en la Agencia Córdoba Cultura. Marcelo Rodio, exsecretario de Transporte, asumirá la conducción, con Raúl Sansica como segundo. La explicación oficial apunta a reforzar la territorialidad y la economía naranja, pero la designación también expone la prioridad política de poblar áreas clave con dirigentes de confianza, incluso por encima de la especialización técnica.
Detrás de la reorganización aparece un hilo conductor: Córdoba capital como escenario decisivo rumbo a 2027. El refuerzo del trabajo territorial, la reducción del organigrama y la incorporación de consignas asociadas al clima de época dialogan, directa o indirectamente, con el discurso de Javier Milei, que permeó en sectores de clase media históricamente esquivos al peronismo. Llaryora ensaya así un delicado equilibrio entre conservar un proyecto con 25 años de poder y adaptarse a una sociedad que ya no responde a las mismas claves.