En la previa del nuevo año, las vacaciones funcionan como algo más que un descanso: dentro del Gobierno, puertas adentro, se leen como señales de confianza, premios por la lealtad o, en algunos casos, como decisiones que también exponen quiénes no pueden correrse del tablero.
Según trascendió en Casa Rosada, el presidente Javier Milei no tiene previsto tomarse vacaciones. Su plan es bajar el perfil público, permanecer mayormente en la Quinta de Olivos y evitar la Casa Rosada durante los días de mayor calor en la Ciudad de Buenos Aires. En el entorno presidencial lo presentan como un gesto de continuidad y control político en un arranque de año que promete tensión legislativa.
En la misma línea se ubica el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, que atraviesa sus primeros meses al frente del área y descarta cualquier pausa en el corto plazo. En su entorno deslizan que, si hay descanso, será recién a mitad de año. Tampoco se tomará vacaciones el ministro del Interior, Diego Santilli, que prepara un nuevo desembarco por el interior del país para sumar respaldos a la agenda legislativa de las sesiones extraordinarias. Para ambos, el mensaje es claro: no hay margen para ausencias.
El contraste aparece en otros despachos. El ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, permanecerá durante enero en Alemania, donde alega compromisos académicos. En Balcarce 50 interpretan el viaje como una señal de confianza política tras un año sin sobresaltos en su área.
También viajará la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, quien se trasladará a Singapur por dos semanas. Según su entorno, participará de reuniones laborales los días 2, 3 y 5 de enero y permanecerá allí entre el 27 de diciembre y el 11 de enero, con financiamiento de organismos internacionales. En el oficialismo, su agenda externa es leída como un aval presidencial a su gestión.
En un punto intermedio aparece el ministro de Salud, Mario Lugones, que se encuentra de vacaciones desde el 23 de diciembre. Sin salir del país y con base en Buenos Aires, retomará funciones el 5 de enero. La ministra de Seguridad, Alejandra Monteoliva, descarta ausentarse formalmente, aunque desde su entorno admiten escapadas breves de fin de semana a Córdoba, su provincia natal.
El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, sí descansará y viajará al exterior a comienzos de enero, aunque su equipo evitó precisar destino y fechas. La discreción, en este caso, también es leída como una forma de resguardar un rol clave en la agenda de reformas.
Con las sesiones extraordinarias aún en el horizonte, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, no se tomará vacaciones, pese a que el calendario legislativo podría activarse recién hacia fines de enero. En su entorno admiten solo viajes breves a La Rioja.
En cuanto a los ministros Luis Caputo y Carlos Presti, no hay información aún. Tampoco hubo precisiones desde el Senado. “No tengo constancia”, deslizaron desde la intimidad de la vicepresidenta Victoria Villarruel.
En el oficialismo, la lectura es compartida: después de un año agitado, las vacaciones no son solo descanso. Funcionan como una radiografía interna de premios, castigos y equilibrios de poder en un Gobierno que llega al 2026 sin margen para distracciones prolongadas.