En un nuevo aniversario de la tragedia de Cromañón, el recorrido electoral de Aníbal Ibarra aparece inevitablemente atravesado por aquel 30 de diciembre de 2004 que marcó un antes y un después en su carrera política.
La noche del 30 de diciembre de 2004, durante un recital de la banda Callejeros en el boliche República Cromañón, un incendio provocado por una bengala encendida por el público desató una tragedia de magnitud inédita: murieron 194 personas y cientos resultaron heridas.
La combinación de sobreventa de entradas, materiales inflamables, salidas de emergencia bloqueadas y fallas graves en los controles estatales colocó rápidamente el foco en las responsabilidades políticas de la gestión porteña.
Aníbal Ibarra, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad, quedó en el centro de una tormenta política y social que derivó, en 2006, en su destitución mediante un juicio político impulsado por la Legislatura porteña. Aunque la Justicia no lo condenó penalmente, el impacto simbólico y político de Cromañón resultó devastador para su figura pública.
Antes de la tragedia, Ibarra había demostrado una sólida performance electoral. En las elecciones de 2000 para jefe de Gobierno porteño, obtuvo un contundente 49% de los votos, imponiéndose con claridad sobre Domingo Cavallo, que alcanzó el 33%. Ese resultado lo consolidó como una de las principales referencias del progresismo porteño.
Tres años más tarde, en 2003, volvió a ser protagonista de una elección clave. Mauricio Macri ganó la primera vuelta con el 37% contra el 34% de Ibarra, pero en el balotaje el entonces jefe de Gobierno logró revertir el resultado y se impuso 53% a 47%.
El incendio de Cromañón alteró por completo ese escenario. El desgaste político se aceleró con el juicio político y su posterior destitución. A partir de allí, su desempeño electoral mostró un declive pronunciado.
En las elecciones de 2007 a legislador porteño, su espacio Diálogo por Buenos Aires obtuvo apenas 14 puntos, muy lejos del PRO, que arrasó con 44, y también por detrás del Frente para la Victoria, que alcanzó 10. El resultado reflejó la pérdida de centralidad de Ibarra en un electorado que comenzaba a reconfigurarse.
La tendencia descendente se profundizó en 2009, cuando Diálogo por Buenos Aires compitió en las elecciones a diputado nacional y obtuvo apenas el 3,16% de los votos, sin lograr ingresar representantes al Congreso. Fue uno de los peores desempeños electorales de la trayectoria de Ibarra.
En 2011, el ex jefe de Gobierno consiguió un resultado algo mejor, aunque todavía modesto: como parte del Frente Progresista y Popular, alcanzó el 6,71% en las elecciones a legislador porteño, lo que le permitió ingresar a la Legislatura, pero ya lejos de los niveles de apoyo que había tenido antes de Cromañón.
A más de dos décadas de aquellos años y en un nuevo aniversario de la tragedia de Cromañón, el recorrido electoral de Aníbal Ibarra aparece como un caso paradigmático de cómo un hecho trágico puede redefinir una carrera política. De ser un dirigente con capacidad de ganar elecciones ejecutivas y balotajes clave en la Ciudad, pasó a ocupar un lugar marginal en el mapa electoral porteño.
Cromañón no solo dejó una herida abierta en la sociedad argentina, sino que también marcó de manera irreversible el destino político de quien gobernaba la Ciudad cuando ocurrió una de las peores tragedias no naturales de la historia nacional.