Axel Kicillof pateó el tablero al anunciar que buscará el regreso de las reelecciones indefinidas en PBA, una jugada letal para blindar su armado político rumbo al 2027.
A solo horas de cerrar el año, el Gobierno bonaerense decidió ir por todo. No es una reforma administrativa; es el lanzamiento oficial del "operativo resistencia" contra La Cámpora.
El ministro Carlos Bianco fue el encargado del anuncio: para el "axelismo", el límite actual a los mandatos es, ni más ni menos, que una "proscripción".
La movida de Kicillof busca salvarle el cuello a 82 jefes comunales que no tienen permitido volver a presentarse en las próximas elecciones.
Al devolverles el "sillón perpetuo", Axel se asegura un ejército de intendentes leales que cuidarán su boleta presidencial en cada rincón de la Provincia.
"Impedir la reelección de una persona tiene carácter proscriptivo", disparó Bianco, usando la palabra más pesada del diccionario K para justificar el acuerdo masivo.
Esta decisión rompe el pacto de 2016 y pone a Kicillof en la pulseada con Sergio Massa y la conducción de Máximo Kirchner en el PJ.
El gobernador sabe que, sin territorio propio, su proyecto presidencial nace muerto; por eso prefiere salvar a intendentes opositores antes que perder a sus propios soldados.

Kicillof acaba de comprar gobernabilidad futura. Al salvar a los intendentes, se convierte en el único garante del poder territorial en PBA, aislando a quienes buscan condicionar su carrera a la Rosada desde las sombras del Senado.
TM