La rebelión de la policía bonaerense en reclamo de mejoras salariales en medio de la pandemia de coronavirus alejó a Sergio Berni de sus aspiraciones a candidato, luego de subestimar la protesta que termino en las puertas de la residencia del presidente.

El ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, quedó en el fuego cruzado luego de la protesta más grande que realizo la Policía de la Provincia de Buenos Aires desde su creación. Un acuartelamiento que no pasó a mayores se vivió en el año 2001, cuando en medio de la crisis económica más grande que sufrió el país, los supermercados comenzaron a ser saqueados y los bolsillos de los argentinos pedían plata para subsistir. Aquella revuelta terminó con la fuga en helicóptero del expresidente Fernando De La Rúa y con el gobierno de la Alianza.

Otro hecho puntual similar sucedió en el año 2013, cuando el área de Infantería con sede en la ciudad de La Plata se acuarteló, que rápidamente fue solucionado por el ministro de Seguridad de aquel entonces, el actual intendente de Ezeiza, Alejandro Granados.

Recién hoy, luego del anuncio del gobernador bonaerense Axel Kicillof, según el cual se llevará el sueldo de los agentes de la policía a 44 mil pesos -actualmente un subcomisario no cobra más de 35 mil pesos-, se triplicará el valor de la hora CORE de 40 a 120 pesos, y se elevará el monto para la compra de uniformes, entre otros cosas, Berni volvió a la zona de Puente 12, en la localidad de La Matanza, en donde tiene apostada su oficina desde que comenzó la pandemia de coronavirus, para hablar con quienes llevaron adelante las protestas.

Pero durante todo este tiempo, Berni no le había provisto a la policía bonaerense ni siquiera los elementos básicos para protegerse del virus. Además, trasladó efectivos de municipio en municipio, algunos a más de 200 kilómetros de sus casas, sin material para cuidarse y cargándolos de horas extras que llevan un retraso de más de tres meses en ser pagadas. Es verdad que hay policías que realizan servicios 48 horas seguidas sin dormir.

La rebelión de la Bonaerense se fue de las manos, y traspasaron los límites. Las fuerzas de seguridad, por ley y por estructura, no pueden sindicalizarse, y la protesta tomó ribetes peligrosos cuando se encontró una bomba molotov en las inmediaciones de la residencia de Olivos. Además, en los reclamos se utilizaron armas y patrulleros, en un claro mensaje de avasallamiento institucional hacia la figura del presidente en plena democracia.

La decadencia de la “maldita”, como se conoce a la Bonaerense desde hace muchos años, no es nueva. Estos reclamos se remontan al gobierno de Daniel Scioli, quien incorporó al sistema más de 40 mil policías para la llamada Policía Comunal de los municipios, a pesar de que la infraestructura de las comisarías, los patrulleros, las armas y los chalecos seguían siendo los mismos. Esto llevó a que la fuerza tenga hoy casi 90 mil efectivos, entre hombres y mujeres.

Desde entonces, a nivel económico, lo único que conoce la policía a nivel económico es pérdida. Sin contar que las “cajas de la bonaerense” -el dinero obtenido de manera ilegal por sobornos, juegos clandestinos y otros “negocios”- no llega a los oficiales que están más abajo: el reparto siempre es para los de arriba.

El sueño de ser un candidato se terminó

Entre toda esta problemática, Sergio Berni se dedicó a recorrer programas de televisión, pelearse con la ministra de Seguridad nacional, Sabina Frederic, acusar a Fernando “El Chino” Navarro y a Emilio Pérsico por las tomas de tierras en la provincia de Buenos Aires, asistir a operativos policiales cargado con fusiles y realizar spots publicitarios como si la fuerza armada bonaerense se tratase del FBI.

Algunos dicen que Berni desconocía el problema que desembocó en las protestas de estos últimos días. Sin embargo, todo apunta a que lo conocía, pero lo subestimó. Las consecuencias fueron terribles, y el presidente de la Nación debió salir a dar auxilio al asunto. En este contexto, además, Berni busca posicionarse como candidato a Diputado Nacional por la provincia de Buenos Aires el año entrante, y desde allí saltar hacia su sueño: el sillón presidencial.

Desde la gobernación bonaerense sostienen que ni Berni ni la cúpula de la Bonaerense van a ser removidas. Hoy, el presidente Alberto Fernández también lo ratificó al decir que es injusto “echarle la culpa a Berni por la protesta policial”, a pesar de que se sabe que no quedan muchos días para que Berni abandone el sillón de Ministro de Seguridad de la provincia más grande y caliente del país. Con este cargo, que fue el trampolín para construir su imagen, la situación lo tira para atrás y echa por la borda el sueño del candidato.