La sensación de que esto no da para más es un consenso cada vez más extendido en el Gobierno. La curva de contagios jamás comenzó a bajar, lo que hace más lenta la salida de la encerrona económica. Y otra paradoja: El Estado te cuida, menos a los afiliados de IOMA

El único pico que objetivamente llegó es el de la crisis. Primero era mayo, después junio, más tarde julio, luego el viernes y sábado últimos, y ahora quizás, acaso, probablemente, quien sabe, en agosto. Acá mismo asoma una paradoja: mientras más lenta se hace la escalada epidemiológica, más lenta es la salida de esta encerrona inédita, que hace crujir a la economía como nunca antes.

Los datos de la realidad abruman: 7% más de pobres, cierre histórico de empresas en cortísimo plazo (más de 18 mil en dos meses), 2 millones de personas más (de mínimo) que se alimentan de viandas de comedores, 9 millones que dependen directamente del asistencialismo estatal (AUH y el IFE), y un sector de la clase media cuentapropista a la cual le llegan palabras bonitas, pero que no contagian productividad.

El Gobierno sabe que desde el lunes 20 esto no da para más. El único que se niega a abrir algo que ya está abierto es el gobernador Kicillof. No quiere flexibilizar algo que, en los hechos, ya sucedió. Un paper habla de entre el 6 y 8% de cumplimiento a la cuarentena en el Conurbano bonaerense. Pero la estadística está con recorrer cualquiera de las populosas urbes del GBA cualquier día de la semana, a cualquier hora. Los intendentes mismos saben que los comercios que no deberían funcionar, están abiertos (con excepción de bares o gimnasios). En otras palabras, lo sabe todo el mundo.

El 911 ya prácticamente ni operativiza las denuncias por fiestas o reuniones familiares. La realidad se llevó puesta a la teoría. Lo mismo sucede en La Plata, donde el Estado está presente para prohibirle a la gente salir a correr o a pasear con sus hijos, pero también para cortarle la cobertura médica a más de 300 mil afiliados a IOMA. Es otro hecho inédito.

¿Qué es el Instituto Obra Médico Asistencial (IOMA)? Es la obra social más grande de la Provincia, la segunda del país después del PAMI. Todos los empleados estatales bonaerenses, desde administrativos, policías, penitenciarios, hasta maestros, pagan en forma compulsiva todos los meses a este Instituto para su cobertura médica, la cual tiene raíz solidaria. Es decir, un juez de la Corte o un empleado de categoría 4 de la Ley 10.430 (escalafón más bajo de los administrativos) tienen la misma cobertura. Y los mismos derechos. La Plata es IOMAdependiente.

Hoy, los afiliados al IOMA en La Plata no pueden atenderse en sus médicos de siempre. No pueden. El sistema se cortó. Lo cortó la Provincia que dejó de pagarle a la Agremiación Médica Platense (AMP). Esa es la realidad, más allá de cualquier eufemismo que se use al respecto. El afiliado que quiera ir a su clínico u otorrino porque tiene síntomas de Covid-19 deberá pagarle de su bolsillo, como si no tuviese obra social.

Los jubilados de la Provincia en La Plata, que tienen IOMA, y quienes en su mayoría son pacientes de riesgo por su edad, hoy se quedaron si cobertura social en sus médicos de siempre. Ah, obviamente siguen pagando. El Instituto les descuenta todos los meses. Es la primera vez que esto sucede en 60 años. En este punto, no cruje la economía, sino la lógica del Estado (provincial) presente.

Kicillof no quiere que abran las peluquerías, ni que la gente salga a pasear, pero cortó la cobertura médica para los afiliados al IOMA en La Plata. Los médicos no cobraron, y los pacientes no tienen cobertura. Un peligroso combo, mucho más en tiempos de pandemia.

Por eso, la sensación de que así no se puede seguir a partir de la semana próxima, gana adeptos dentro del Gobierno. Alberto evaluará en estos días cómo va a hablarle a la sociedad. Se sabe: ha disminuido las entrevistas personales, y se vislumbra una nueva estrategia de comunicación, la cual quedó en evidencia con la respuesta rápida a la oposición luego del comunicado de Juntos por el Cambio ante el asesinato de Fabián Gutiérrez.

Su última conferencia fue celebrada puertas adentro. “Da la sensación de que ordenamos todo”, leyeron en su círculo íntimo, después de algunos días vertiginosos, sobre todo por Vicentín, cuyo tema ahora ha perdido rating. Es probable que se repita la misma lógica de comunicación, y con el mismo tono.

La Nación también va a operativizar las ideas para resolver, de una vez por todas, el entuerto Vicentín, sin la expropiación, pero también sin negociar con los actuales dueños, los cuales fueron denunciados por el propio Gobierno. Se trabajará en una salida mixta, con intervención estatal, pero sin ningún proyecto que genere dudas sobre la vulnerabilidad de la propiedad privada.

Puertas adentro, Alberto celebró el cambio de juez en la causa del espionaje M. En su entorno, también creen que el regreso de MM al barro político, le genera ese contrapeso tan necesario, máxime para profundizar la lógica de buenos y malos. “Macri debería llamarse a silencio, o a la autocrítica”, tiró Santiago Cafiero. Es un rival cómodo.

Lo que no genera comodidad es el Plan de salida, el cual aún no mudó de cuadro-cúmulo de buenas intenciones, aunque alrededor del Presidente algunas cosas han cambiado. Quizás eso también se vea reflejado en una flexibilización de la cuarentena desde el lunes, y en el retorno de la política sobre el sanitarismo.