Por Facundo Pedrini
El general despide a la primera división de paracaidistas.
Saluda uno por uno antes del desembarco en Normandia.
Los paracaidistas caerán detrás de las fortalezas nazis.
Sabe que los manda a todos a las muerte y
que la muerte siempre trabaja para alguien.
Abraza uno por uno. Ni siquiera promete.
Cuando se sube al auto, el chofer le pregunta:
– ¿Qué le pasa, general?
– Me preocupan sus madres,
porque no los van a volver
a ver y ya lo saben.
El general después se convirtió en Eisenhower
y fue 2 veces presidente de Estados Unidos.
La conciencia es como los chistes;
primero el remate y después lo demás.
Los mando a morir para ganar:
Murieron y ganó.
Las decisiones y las consecuencias se engañan:
son como soltar al mejor espía y al mejor detective
en una ciudad deshabitada, no sabes quién descubre a quién.
El final está enterrado en el principio.
Pero a veces es al revés:
Estados Unidos no gana la guerra,
los generales se desloman en el campo,
los paracaídas se abren en el bosque
y los hijos son presidentes.
A veces, algunas madres también se mueren.
pero siempre prometen que va a estar todo bien.
Y ya lo saben.