
La afección, que en ocasiones se denomina reflujo gastroesofágico, no suele ser grave y se torna menos frecuente a medida que el bebé crece. No es común que el reflujo infantil continúe después de los 18 meses.
El reflujo en bebés sanos ocurre varias veces por día. Si tu bebé está sano, contento, y crece bien, el reflujo no es causa de preocupación.
En raras ocasiones, el reflujo gástrico infantil puede ser signo de un problema de salud, como alergia, obstrucción en el aparato digestivo, o la enfermedad por reflujo gastroesofágico.
Generalmente el reflujo ácido en los bebés no es causa de preocupación. Es muy poco común que el contenido del estómago tenga suficiente ácido para irritar la garganta o el esófago y que cause signos y síntomas.
El reflujo en los bebés en general desaparece por sí solo sin crear problemas.
Si tu bebé tiene una afección más grave, como la enfermedad de reflujo gastroesofágico, quizás presente signos de falta de crecimiento. Algunas investigaciones indican que los bebés que regurgitan con frecuencia quizás tengan más predisposición a la enfermedad de reflujo gastroesofágico más tarde en la infancia.
Para reducir al mínimo el reflujo:
Alimenta al bebé en una posición en que esté erguido – Prueba a alimentarlo menos pero con más frecuencia – Toma un momento para hacer que el bebé eructe – Ponlo de espalda en la cama cuando lo hagas dormir – Recuerda, generalmente el reflujo infantil no es causa de preocupación
Consulta con el pediatra si tu bebé continúa después del primer cumpleaños del niño, o si tu hijo está presentando síntomas como :
No aumenta de peso – Regurgita consistentemente y con fuerza, lo que hace que el contenido del estómago se proyecte de la boca (vómito en proyectil) – Regurgita un líquido verdoso o amarillento – Regurgita sangre o una materia como granos de café – Se niega a comer – Hay sangre en sus heces – Tiene problemas para respirar o una tos crónica – Comienza a regurgitar cuando tiene 6 meses o más – Se encuentra inusualmente irritable después de comer
Algunos de estos signos pueden indicar trastornos posiblemente graves pero tratables, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico o una obstrucción en el aparato digestivo, quizás te deriven a un doctor que se especialice en problemas digestivos infantiles (gastroenterólogo pediátrico).