Belén López Peiró acusó a su tío de abuso, escribió sobre eso y ahora llegó la Justicia: “La sentencia confirma todos los hechos”.
Claudio Marcelino Sarlo se aprovechó de Belén López Peiró entre los 13 y los 17 años. La joven publicó dos libros impactantes contando lo que había pasado. Después de nueve años, estos dos libros y una denuncia, finalmente se declaró culpable al abusador de la escritora argentina, que relató aquellos infernales cinco años de padecimiento en su duro -pero necesario- Por qué volvías cada verano.
Este libro se trata nada menos que del libro que ayudó a Thelma Fardin a denunciar a Juan Darthés, su compañero de elenco en la telenovela Patito Feo, por abuso sexual cometido cuando ella era menor de edad. “Ahora lo digo bien, con todos los nombres que alguna vez no pude decir: Claudio Sarlo, excomisario de la provincia de Buenos Aires, tío político, padre de familia, abusó sexualmente de mí cuando era una niña y veraneaba en Santa Lucía, el pueblo donde nació mi madre.”
“Abusó sexualmente de mí cuando todavía no sabía lo que era el amor”, escribió la autora en un conmovedor texto que publicó este martes en el diario español El País tras conocer la sentencia. En Por qué volvías cada verano la gran ausencia: la voz de la propia autora. En vez de relatar en primera persona su abuso, López Peiró prefiere casi no aparecer y, recoge las voces sin nombre de toda esa red patriarcal a la que tuvo que enfrentarse al denunciar a su tío.
“Se acabó. Ya está. Terminó. C’est fini.” Son frases cortitas de quien es la víctima en intento de convencerse que esto llegó a su fin. Esas palabras sellan, en este caso, el fin de un calvario, y son el principio de un nuevo comienzo: cerrar para recomenzar; concluir para reiniciar la marcha. Reinventarse, también. La Justicia, cuando llega, también es capaz de producir milagros. Así “Se acabó”, se titula la columna que firmaba en la mañana del martes.
Belén López Peiró contó en el diario español El País, que, le llevó años de litigio judicial. Los abusos se produjeron durante los veranos en que ella viajaba a pasar las vacaciones en la casa de su tía hermana de su madre, en Santa Lucía, un pueblo de la provincia de Buenos Aires. “Pensé que nunca iba a poder escribir esto. Un cierre. Un final a esta historia. Pero lo hice. Se acabó. Por fin, después de nueve años, hubo justicia”, escribe ahora Belén.
La condena es una forma de reparación y sus propios lectores y colegas la celebran. La acompañan, como en estos últimos años. “La sentencia confirma todos los hechos de los que fue acusado y lo condena a diez años de prisión, además de que no podrá acercarse a mí y deberá hacerse cargo de una compensación económica, que fue parte del acuerdo abreviado, que representa algo así como el 30 por ciento de su ingreso jubilatorio como ex personal de la fuerza de seguridad”, explica ella.
Belén López Peiró, fue representada por la abogada Luciana Sánchez, también mencionada en sus libros. “Entiendo que éste es un gran antecedente, y en este momento importante también quiero mencionar y agradecer a mi abogada que me quiso ayudar y me ayudó desinteresadamente en este recorrido”, cuenta. “Es una sentencia muy importante por varias razones”, describe, por su parte, Luciana Sánchez a los medios.
“En primer lugar porque condena al culpable. En segundo término, porque el juez reconoce el daño que le produjo a la acusada y lo obliga a indemnizarla económicamente, un monto que surge del daño cometido, aunque en el caso de los jubilados encuentra un tope (no se le puede embargar más del 30 por ciento de su ingreso).” “Finalmente -retoma la abogada-, porque le pone punto final a un proceso que se extendió durante ocho años…”
Y agrega que para ella es algo que resulta vergonzoso, por la cantidad de tiempo que insumió. La buena noticia, de todos modos, es que se haya podido resolver mediante un juicio abreviado, que a diferencia del juicio oral puede prescindir de renovar los testimonios de todos los involucrados y que los operadores del Poder Judicial, entre quienes me incluyo, hayamos podido darle alguna respuesta a Belén”.
Sarlo había sido denunciado por su sobrina en el 2014. Entonces, ella trabajaba como redactora en un diario: fue ahí que entendió que muchas de las notas que escribía y leía se parecían a lo que estaba viviendo y que podía narrar su propia historia. En julio de 2015, justo un mes después de la primera marcha masiva del Ni una menos, le llegaba la citación para ratificar la denuncia. López Peiró encontró la manera de hacer del horror material para la literatura, en dos impactantes novelas.
Por qué volvías cada verano (2018) y Donde no hago pie (2021), en la que narra lo que pasan las denunciantes que se deciden a litigar en la Justicia. “Me decía sobrina preferida. Me buscaba en Capital cuando mi mamá estaba triste. Me defendía frente a mi prima Florencia. Me pedía que baile la coreografía de danza frente a él, a veces delante de sus amigos. Decía que le gustaban mis piernas largas. Decía que le gustaba mi pijama.”
“Me preguntaba por mi ex novio, quería saber qué había hecho con él. Decía que mi ex novio no era para mí”, arranca Donde no hago pie, aquella crónica escalofriante por momentos de ese recorrido que se inició en 2018 con la elevación a juicio de la causa, a partir de la denuncia de 2014. Para el lector, termina siendo impactante el marambo judicial en el que termina sumergida una víctima de abuso sexual infantil hasta obtener alguna clase de respuesta o condena para su victimario. Esa que ahora le llega a Belén.
La denuncia contra Sarlo se disparó luego de que un allegado a la víctima observara en una reunión familiar que ella actuaba de manera muy extraña ante la presencia de él. Se lo dijo a la madre de la joven, que le aseguró que su tío abusaba de ella de manera sistemática en Santa Lucía cada vez que iban a pasar los veranos al pueblo. La lectura de ese libro, escrito en los talleres de la reconocida Gabriela Cabezón Cámara, que además lo prologó.
“No sabía si era necesario o no escribir esto. Pero quise hacerlo yo antes de que lo haga otra persona. Volver a la escritura para dar vuelta la página. Volver ahí donde encontré reparación. Por todas las que no pudieron hablar o denuncia. Por mí. Yo a partir de ahora me dedico a escribir otra cosa”, concluyó.