El peor enemigo es la incertidumbre. Nadie sabe hasta cuándo, ni cómo terminará todo esto. Los intendentes le plantearon a AF sus preocupaciones centrales: la comida y los saqueos. La cuarentena se extenderá. Las cárceles, otro tema que puede estallar

Alberto habla más con Rodríguez Larreta que con muchos de sus ministros. Es lógico: en el AMBA, pero básicamente en CABA, están el 70% de los más de 300 afectados por el coronavirus. Sigue con atención todo lo que sucede; y no sólo lo que le dicen. Mira mucho las imágenes que se suceden, unas tras otras: colas en supermercados, el otrora irresponsable éxodo turístico, los ex trenes atiborrados; y ahora las cárceles a punto de explotar.

Siempre obra en consecuencia. Es empírica su reacción, pero sustentada por números, datos y proyecciones de todo tipo. Pero en los innumerables papers que se apilan en su oficina de Olivos no está la respuesta a la pregunta que todo se hacen: ¿hasta cuándo? Y es obvio: nadie la tiene.

Se sabe: la proyección más optimista, elaborada por el Ministerio de Salud y comunicada a todos los gobernadores, es un piso de 250 mil infectados. La peor, 2.5 millones. 

Alberto escucha a todos, y después resuelve. Ayer un grupo central de intendentes del Conurbano, y el de La Plata, le plantearon lo que ya sabía: la preocupación por los bolsones más excluidos de la sociedad. “Si no llega la comida, puede haber saqueos”, le comentaron. No fue novedoso el dato. Pero sí la realidad más contundente.

Lo sucedido en La Plata

En el límite entre La Plata y Ensenada, sobre la avenida 122, hubo un ataque en manada a un mercado de barrio. Eran más de 15 personas, entre hombres y mujeres. Se llevaron lo que pudieron. Todo quedó filmado. Fue un saqueo. Así lo informó, incluso, el Ministerio de Seguridad de la provincia. A quien dio ese dato, lo echaron.

“Se puede hablar de cualquier cosa, pero no mencionar la palabra saqueos”, le confío un intendente a News Digitales. Hay que usar eufemismos. Eso hizo después la cartera que conduce Sergio Berni. Habló de ataque piraña. Se vio por tele, luego de la precisa filmación del gobierno municipal de Ensenada, fue un saqueo.

La preocupación sobre este punto es mayúscula. El tema se monitorea minuto a minuto. Antes de que eso ocurra, el Ejército saldrá a la calle. Con esa certeza se fueron muchos intendentes ayer de Olivos. 

El desafio de Kicillof y la herencia de Vidal

El gobernador Kicillof es quien quedó en la posición más compleja. Tiene la geografía más extensa, pero menos infraestructura y recursos que CABA para hacer frente a la epidemia. Gran parte de los 77 hospitales bonaerenses está devastado. La Provincia no paga ni a las empresas que tienen que lavar las sábanas de las camas. El Estado no puede hacerlo: no tiene las máquinas, ni la logística. 

En La Plata, se dispuso al San Juan de Dios, especializado en infectocontagiosas, y al Rossi para hacer frente a este drama. Este último hospital, tiene hasta agujeros en las paredes, desde donde se puede ver el exterior de la calle 37, en pleno Barrio Hipódromo. El área más destruida que dejó el gobierno de Vidal fue Salud. No es opinión. Es un dato en el cual coinciden hasta algunos dirigentes de Cambiemos. 

Hay algunas zonas del Conurbano, donde el hospital más cercano queda a 45 minutos de auto. Además, faltan insumos. Lo denunciaron hasta el cansancio todos los gremios, pero básicamente Cicop (profesionales de la Salud). “Axel tiene menos armas para esta guerra”, siguió el mismo jefe comunal.

Por ahora, las clases no vuelven. Nadie sabe cuándo se reanudará en forma presencial el ciclo lectivo. La fecha tentativa para levantar el aislamiento preventivo obligatorio es después de Semana Santa, lunes 13 de abril. Pero eso no significa que los chicos retornen a las aulas, contó otra fuente. Y recordó que las clases se interrumpieron antes de la cuarentena general.

Las carceles a punto de estallar

Si bien hoy no es la prioridad, se abrió un nuevo foco: las reventadas cárceles de todo el país, pero básicamente de Buenos Aires. En Santa Fe ya hubo 3 muertos por diferentes revueltas. Los internos temen enfermarse. Y las visitas fueron canceladas. Dicho en otras palabras, los presos están más presos y aislados que nunca, con ningún contacto con el exterior, ni siquiera de sus seres queridos.

El Gobierno no quiere que se hable mucho de este tema. Es lógico: hoy no tiene plan para solucionarlo. Y, aunque nadie lo dirá, no es una prioridad. Pero allí sobreviven más de 40 mil internos, donde hay lugar para 22 mil (al menos en el SPB provincial).

Alberto, sin presiones ni condicionamientos de CFK, tomó el control total del tema. Prácticamente todos los días habrá anuncios de algún tipo para anunciar medidas, ya sea de seguridad o económicas. Los partes sanitarios corren por otra cuenta. Todas las mañanas se da el panorama diario, y durante la tarde-noche, el dato de los infectados. Hasta ahora, la tasa de mortalidad (5 sobre 301) está por debajo del promedio internacional. Pero nadie se contenta por eso.

La clave, se dijo en Salud, es que los contagios sean paulatinos, no en forma de avalancha. Porque una avalancha haría colapsar todo. Es lo que le pasó a Italia, donde se elige entre a quien se puede atender y quien debe volver a su casa para tratar de sobrevivir.

Argentina se debate en sus horas más difíciles, con más detenidos (9.000) que infectados, con más turistas que salieron del país en plena pandemia (23 mil) que afectados por este virus. Y con un sistema de salud, que pese a todas sus falencias estructurales, responde.