30/04/2025 - Edición Nº813

Sociedad


¿Dónde está el "carnicero de Giles"? Diez días prófugo, custodia a sus hijos y un dato aterrador

07/09/2024 | Luis Iribarren, que entre los años 1986 y 1995 asesinó a sus padres, sus dos hermanos y su tía, se fugó durante una salida educativa a la Facultad de Ciencias Económicas de La Plata. No aparece.



Luis Iribarren, que entre los años 1986 y 1995 asesinó a sus padres, sus dos hermanos y su tía, se fugó durante una salida educativa a la Facultad de Ciencias Económicas de La Plata. No aparece.

Ya pasaron diez días de la fuga del “carnicero de San Andrés de Giles”, el asesino múltiple que entre los años 1986 y 1995 mató y enterró a sus padres, sus dos hermanos y su tía, y todavía no aparece. La Justicia pidió su captura internacional mientras redobla las tareas de campo para obtener una pista certera de su paradero.

La principal sospecha es que Luis Fernando Irribarren (59) no escapó solo ni improvisó el plan de fuga: alguien colaboró en el escape, publica el diario Perfil. El killer no tenía custodia del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), como tienen otros detenidos que salen de la cárcel a cursar en la universidad, porque el Juzgado de Ejecución Penal N° 1 de Mercedes le otorgó un beneficio especial por buena conducta: autorizó las salidas educativas con un dispositivo electrónico con rastreador GPS. 

El miércoles 28 de agosto debió regresar a la Unidad Penitenciaria N° 26 de La Plata pero no lo hizo. Había ido a la Facultad de Ciencias Económicas de la UNLP, ubicada en las calles 48 entre 6 y 7, donde dejó el rastreador cargando y desapareció antes de cursar la materia “contabilidad 1”.

Los voceros explicaron que el asesino múltiple estaba a punto de cumplir 29 años detenido y nunca había dado señales de una posible fuga. Su ficha era ejemplar. Se recibió de abogado, cursó la carrera de Periodismo en la UNLP y hasta escribió dos libros, uno de ellos de cuentos infantiles.

“Abogado penalista. Gestión de adecuación penitenciaria para detenidos. Escritor de novelas. Estudiante de Periodismo UNLP”, se presentaba en su cuenta de la red social de Linkedin. 

Pese a tratarse de uno de los asesinos más despiadados de la historia criminal argentina, Iribarren se movía en las redes sociales y distintos sitios web como un completo desconocido. Nadie lo cuestionaba. Era muy activo en Tik Tok, donde llegó a publicar videos quejándose del estado de las veredas en La Plata, publicaba sus novelas y hasta extractos de su causa en Scribd, un sitio web para compartir documentos y descargar libros.   

Según voceros del caso, el evadido estuvo preso en cinco cárceles bonaerenses: la Unidades 31 de Florencio Varela, 5 de Mercedes, 10 de Mechor Romero, 12 de Gorina y 26 de Olmos. No recibía visitas en la cárcel y no tenía contacto con sus dos hijos ni con su ex mujer. 

Algunos detenidos que lo conocieron lo describieron como una persona callada que no tenía conflictos con el resto de la población. No hablaba mucho de su causa pero sí del campo y una casa de su padre que supuestamente estaba por heredar y alguna vez soltó su fastidio por el abandono de su familia. Llegó a decir que si algún día lograba salir iba a matar a su hija. 

Frente a ese temor, la justicia ordenó una custodia especial para sus hijos y también para su ex esposa. “Tenemos miedo, está comprobado que es un psicópata. Él mató a toda su familia y, lamentablemente, la única familia que le queda somos nosotros con mi hermana gemela”, aseguró Franco Iribarren, en una entrevista con el sitio ViaSzeta

El joven de 32 años renegaba su vínculo con su padre. “Muy feliz día para todos los padres presentes, de sangre o de corazón, presentes.  Y a los que no se hacen cargo, no saben lo que se pierden, cagones, poco hombres. A mi me tocó la segunda parte, pero así es la vida, Dios te da alegrías, hoy soy padre y presente”, contó en ocasión de un día del padre. 

A diferencia de lo que pasaba en la cárcel, en sus años de estudio supo ganarse la confianza de otros estudiantes. Formaba parte de los grupos de WhatsApp de estudio. “Siempre tomaba mate. Con los profes se llevaba bien. Le decían el abogado”, reconoció uno de sus compañeros.

El carnicero solía decir que fue víctima de la mafia policial y contaba que como periodista “se había infiltrado en una banda de policías y civiles que traficaban mujeres, drogas, dólares falsos y roban cheques para luego cobrarlos mientras los propietarios de las cuentas estaban detenidos e incomunicados por averiguación de antecedentes”. Esto lo contó en un escrito en el que cuestionaba su condena a reclusión perpetua. 

Entre otras cosas dijo que fue corresponsal del diario “El Orden” en San Andres de Giles y que inició la investigación luego que sus padres y hermanos “desaparecieron en misteriosas condiciones”. 

Iribarren recurrió varias veces su condena pero nunca logró nada. En el año 2022, ya siendo abogado, insistió con un pedido de nulidad de la sentencia dictada el 21 de agosto de 2002.  

El carnicero de Giles había sido condenado a la pena de reclusión perpetua, más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado, accesorias legales y costas, por los delitos de homicidio doblemente agravado por el vínculo y por haber sido cometido con alevosía y homicidios agravados por alevosía, todos en concurso real entre sí.  

En su última apelación explicó que sufrió apremios físicos y psicológicos con el ilegítimo fin de que asumiera la responsabilidad de las muertes de sus padres, hermanos y su tía. “Esta acción se perfila con la intención de demostrar que Luis Fernando Iribarren no ha sido el autor de los delitos por los que resultó condenado por sentencia firme”, indicó su defensor oficial en la presentación que fue rechazada. 

“Por si algo me pasa”

Pese a que no recibir amenazas Iribarren manifestó más de una vez que temía por su vida. En 2013 publicó un documento en la cuenta de scribd que tituló por si algo me pasa. “Si aparezco muerto, que se investigue a los Judiciales que figuran en los documentos. También a un Juez a quien denuncié en la Secretaría de Control Judicial”.

“Digo que temo por mi vida, porque ya en 1995 me mandaron a matar. Me salvó la vida el Dr Edgardo Alfaro, Procurador de la Suprema Corte de Justicia Provincial, pero al 22 de diciembre de ese año, cuando fui a denunciar esto ante el Juez Eduardo Daniel Costía, expliqué detalladamente cómo me iban a matar, pero cuando le pedí, le supliqué, que me sacara de ese penal para resguardar mi vida, me dijo que él era el Juez, y que podía hacer lo que quisiera”, explicó.