A 1 año de la muerte de Hector Ricardo García

Usted fue un genio. Relanzó Canal 11. Instauró Radio Colonia. Fundó Así. Revolucionó Teledos. Creo el diario más vendido. Lo hizo canal.

Borro.

Perdió Canal 11. Perdió Radio Colonia. Perdió Así. Perdió Así es Boca. Perdió el diario Crónica. Perdió Teledos. Perdió Crónica TV. Perdió la libertad. Perdió.

Vuelvo a borrar.

Solo pierde tanto, el que fue dueño de todas las palabras.

Usted fue un genio. Brilló en los sesenta, se consolidó en los setenta, fue Kane en los ochenta, se reinventó en los noventa y se derrumbó en los dos mil.

El último intuitivo.

El gran creador.

El dueño de las primicias.

Hombre historia.

Hombre tapa.

Hombre record.

Hombre idea.

Hombre culpa.

Hombre olfato.

Sus criaturas seguirán hablando detrás del luto rojo.

Fue el que mejor mostró.

Fue el que mejor pego.

Fue el que mejor interpretó,

y el que peor cayó: tarde y mal,

porque la genialidad no tiene caída, tiene fuga.

El maquinista del abismo que interpretó el miedo a las alturas de los tipos que simpatizaban con el suelo. El gallego que supo entender que la foto y el concurso de gaseosas a veces valen más que el análisis de coyuntura. El primer gran empresario de medios de la Argentina. El que inventó a Víctor Hugo. El aliado de los artistas en las noches más largas.

El dueño del teatro Estrellas, al que le pusieron una bomba. El amigo de Sandro. El hermano de Ariel Delgado (a quien dejó ir del Canal en silencio). El socio de Duhalde y el enemigo de Alfonsín. A todos, absolutamente a todos, los convirtió en teclas de su máquina de escribir Olivetti Lettera 33.

A todos nos pasó algo con uno de los deseos de Garcia al lado. Pero el decidió hablar siempre a partir de sus creaciones. Siempre se trata de eso: Obsesión por sus lectores y los televidentes.

Nunca hacia nada para el poder,

sino para gente y también para él.

Por eso fue tan poderoso.

Jugar es contar y contar es herir.

Lo que fue queda en la memoria de todos y casi como en un acto de rebeldía, nuestra memoria habita en los archivos que el mismo encerró en la soledad de su última merienda.

Por eso nadie supo titular su muerte más allá de sus palabras. Murió.