En El Salvador el aborto está prohibido ante cualquier causa y se considera como homicida a cualquier mujer que interrumpe su embarazo o que pierde a su hijo por complicaciones obstétricas.

Eso fue lo que le pasó a Evelyn Hernández, la salvadoreña de 22 años que, tras haber sido víctima de violación, enfrentaba 30 años en prisión por haber sufrido una hemorragia que fue interpretada por los magistrados como un aborto. Desde el 20 de agosto está libre y es un ejemplo para las organizaciones que luchan por la interrupción legal del embarazo.

Hernández pasó más dos años en la cárcel sentenciada por homicidio agravado: ella ni siquiera sabía que estaba embarazada cuando sufrió la hemorragia que acabó con la gestación de su embarazo, producto de una violación. La joven, oriunda de una comunidad rural de Cuscatlán, había sufrido múltiples abusos que nunca denunció, ya que quien la acosaba la había amenazado con matar a su madre. Tras una serie de fuertes dolores abdominales, concurrió al médico y ahí fue inmediatamente detenida.

Finalmente ahora se encuentra en libertad debido a que su defensa pudo comprobar tras una autopsia que el feto, de 32 semanas de gestación, había nacido muerto.

Su juicio mantuvo en vilo al país, ya que la joven se habría convertido en un símbolo de lucha para los sectores que exigen una reforma de las conservadoras leyes antiabortistas que, “desde, 1998, que fijan condenas de hasta 40 años de cárcel. En estas más de dos décadas, 16 mujeres salvadoreñas han sido encarceladas acusadas por las autoridades por delitos relacionados al aborto“, señala este informe de El País.