La insólita situación ocurrió en el subte.
Una señora se subió al subte como una vendedora ambulante más, pero llevaba un loro y un parlante para hacerlo bailar y cantar.
Los juglares, con instrumentos musicales y dispositivos para amplificar el sonido, están a la orden del día en trenes y subtes, como parte del desfile de vendedores de todo tipo de mercaderías, de personas que piden ayuda a los pasajeros, al igual que los exhibidores de todo tipo de habilidades.
En general, funcionan en forma ordenada y responden a organizaciones dedicadas a proveer biromes, golosinas, medias de nylon, sets de costura, selfie sticks, broches, paltas, una oferta interminable que vocearán por los vagones.
Luego está el transparente, el que jura y rejura que el alfajor o la barrita de cereal que está vendiendo tienen la fecha de vencimiento impresa en el paquete. E insiste: podemos chequearla.
También hay quienes le encuentran un propósito específico a lo que están ofreciendo: “para regalar, para regalarse” o “para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero”.
Otros dejan sobre la falda su producto, sin que se lo pidan y sin que su receptor lo note. Y luego pasan a retirarlo si la tentación no fue tan fuerte como para que se lo compren.
Música para los oídos
Finalmente, está el que alegra el viaje: el que –estéreo al hombro– vende un CD con 2000 enganchados de música. Y a algunos pasajeros se les escapan unos pasos y se bajan del subte tarareando bajito.
La mujer del loro clasifica en este renglón del entretenimiento. Y está a la vista del circunstancial público que el ave se prepara antes de que arranque la canción y que ella lo motiva.
El mundo en el que se manejan necesitan aprender a caminarlo. No permitir que vengan otros y se llene porque los echan a todos. Años atrás aparecían por los puntos de venta unos agentes vestidos de verde acompañados por la policía y les decomisaban la mercadería.
Tal fue así que los vendedores armaron un grupo de WhatsApp para evitar a “los loros”, como los llaman.
Según un relevamiento realizado por ANccom, perteneciente a la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, el barrio de Once es el principal proveedor de mercadería para los vendedores ambulantes, pero también algunos se autoabastecen de flores, como jazmines y espuma en verano, y de rosas y carilinas en invierno, para vender al doble de lo que los compraron en puestos de abastecimiento, en el mejor de los casos, o al 56/70% en la mayor parte de los casos.
La recesión también les pegó y, según coinciden, no logran ahora reunir la meta de dinero preestablecida para cada jornada, de 24 mil pesos.
Tarifa mata ventas
El aumento del transporte conspira contra el “mercado” natural de los vendedores ambulantes, quienes como usuarios tienen que pagarse su pasaje en colectivo, tren y subte desde donde viven al lugar de trabajo. Y eso que como los conocen, muchas veces los dejan pasar gratis al transporte público.
La permanenia en un mismo lugar les permite acumular antigüedad y con ello mantener la parada. En muchas ocasiones, poder quedarse quietos les representa tener que movilizarse menos con la mercadería a cuestas y cuidarla de deterioros.
Cuánto ganan por día no se sabía hasta que un vendedor ambulante hizo viral un TikTok en el que revelaba cuánto gana por día comercializando chicles en el transporte público de la Ciudad de Buenos Aires.
El clip lo posteó Fabián Duarte, quien se desempeña como vendedor ambulante hace ya un tiempo.
Reveló que salió de su casa a las 5.45 de la mañana para comenzar el día temprano. “Vamos a ver cuánto gano en el subte”, informó, y se filmó a sí mismo en la línea A. “Listo por hoy”, dijo antes de las 11 de la mañana.
Mostrando el fajo de billetes, reveló que por cinco horas de trabajo juntó 89.500 pesos.
Por último Fabián aclaró que, como había gastado 37.000 pesos en los chicles, su ganancia neta fue de 52.500 pesos.
El video cosechó miles de reproducciones y cientos de usuarios salieron a bancarlo y a despejar algunas dudas:
“Mi papá siempre dijo: la plata está en la calle”, “89 mil en 5 hs de trabajo. ¿Ganás más de $1.700.000 por mes? Me voy a hacer vendedor en el subte”, “Yo hice mi casa vendiendo en Lavalle y Pelegrini en pleno centro. Había días que estaba más flojo, pero vendía muñequitos de luces, algo que llame la atención”.