Los dirigentes de cambiemos con responsabilidad de gestión (Larreta, Morales, Grindetti) están más cerca del Gobierno que de Macri. Hay halcones y palomas en una coalición que se desgrana. Y nadie lleva la voz cantante

La dirigencia de Cambiemos está aislada, en términos de gestión, hoy Rodríguez Larreta es más albertista que macrista. Gerardo Morales también. Y luego de que Axel Kicillof les asegurara el dinero para pagar los sueldos a los municipales, la mayoría del grupo de intendentes bonaerenses de Juntos por Cambio, se anota en el mismo club.

La oposición está diluida y enferma; aislada y sin contacto con el mundo exterior. Sólo habla para adentro. Nadie lleva la voz cantante, y no existe un discurso hegemónico, ni heterogéneo para plantarse ante las decisiones del Gobierno. En otras palabras, Cambiemos no sabe qué decir, ni qué hacer en medio de esta pandemia histórica.

Aunque se palpa el hartazgo en sectores de la sociedad, y el horizonte del cadalso económicos es cada vez más cercano, Macri perdió el liderazgo en los hechos para cuestionar a Alberto Fernández, y sus decisiones. De cuestionarlo, cuestionaría también a sus dirigentes más importantes, como Rodríguez Larreta.

Los intendentes y gobernadores de la oposición hacen todo lo contrario a lo que había propuesto el ex presidente, cuando pidió seguir el modelo de Boris Johnson en Inglaterra para sortear el drama del Covid-19. Hoy este es uno de los países con mayor tasa de infectados, y de mortalidad. Incluso, el propio primer ministro estuvo internado en terapia intensiva. Larreta es la oposición a Macri en ese punto. Hasta se endureció más que Alberto en los alcances de la cuarentena.

Vidal brilla por su ausencia. Dentro de Cambiemos, algunos aseguran que es el proceso lógico luego de gobernar cuatro años, un retiro tradicional al cual se autoexigen todos los dirigentes del mundo tras las responsabilidades de gestión. Los intendentes de su partido no hablan con María Eugenia para ver qué tienen que hacer. Todo lo contrario, se reúnen con Kicillof. Y hasta con Alberto.

Pese al drama que vive el país, hoy Alberto todavía goza de un altísimo grado de aprobación. “Criticarlo ahora sería como tirarle balas a una pared. Rebotarían todas”, ejemplificó un diputado de Juntos por el Cambio.

Más allá de eso, en Cambiemos no hay estrategia, ni lógica. Por un lado, están los intendentes y los gobernadores, y por el otro “los tira piedras” (como ejemplificó un jefe comunal), personalizados en las figuras de Patricia Bullrich y Fernando Iglesias, entre otros. Nadie incluye en ese grupo a Miguel Angel Pichetto. Es más, algunos creen que puede ser la llave para incorporar un discurso fuerte, pero constructivo y peronista.

En Cambiemos (casi) nadie habla de los despidos; de las empresas que redujeron sueldos; de muchos de los subsidios anunciados, pero que no llegaron; o del calvario que sufrieron los jubilados. Se escudan en cuentas de Twitter de otras personas para canalizar su fastidio. Pero no dan la cara. Es que “no están autorizados” para hablar, dentro de la propia disciplina que tiene cualquier partido; y además no quieren quedar como petardistas en un momento tan delicado del país.

El tema es que otros dirigentes plantean, con cierta razón, que nadie está canalizando la bronca que existe en sectores amplios y diversos de la sociedad. Hoy existen periodistas más críticos al Gobierno que el propio macrismo.

Otro secreto a voces es que el radicalismo prácticamente ni participa de ninguna reunión de decisión de lo que queda de Juntos por el Cambio. Hasta Carrió ha tomado distancia. Tampoco hay homogeneidad en Diputados en cuanto a la posibilidad de debatir, y votar, por videoconferencia.

Hoy Juntos por el Cambio sigue prácticamente la misma receta para recuperarse de esta situación: aislamiento, silencio y sin certeza de cuándo volverá a la plenitud. Si es que vuelve (tal cual se conoció).