El piloto argentino Orly Terranova que ya es uno de los máximos exponentes de la carrera más dura del mundo dialogó en un Instagram Live New Driver donde contó varias cosas. Desde sus inicios en esta competencia hasta la posibilidad de ganar un Dakar en los próximos años.

En épocas donde las notas se hacen mediante Instagram Live a causa del coronavirus que aqueja a la población, New Driver dialogó con Orlando Terranova, uno de los principales pilotos argentinos que disputa año tras año el Dakar. El mendocino contó sus vivencias en la carrera más dura del mundo y contó detalles desde sus inicios hasta los planes que tiene para el futuro.

“De muy joven arrancó esta pasión. El automovilismo o el motociclismo requieren de constancia y le dedicas mucho tiempo de tu vida. Para mi es extraordinario haber perdido esos fines de semana corriendo. Te marca la agenda de amigos. Yo arranque en 1993 con motos hasta el 2007 que corrí mi primer Dakar. Ahí decidí pasar a las cuatro ruedas”, conto en una extensa charla Terranova.

Y agregó: “Yo vengo de una familia más de rugby pero a los 13 años me fui a los fierros. Yo no tenía un papa que me compraba la moto o me llevaba a andar en karting. Me sirvió para entender que sólo se puede. Mi papá me acompañaba pero no se metía nunca. Me permitió ir haciéndolo sólo, eso requiere de más esfuerzo. Mi papá nunca había tocado un auto o una moto. Empecé a negociar con equipos, patrocinadores y ahí aprendés a hacerte autosuficiente”.

A su vez, dio detalles de cómo fue su primera experiencia en el Dakar después de haber tomado la decisión de anotarse. “Me quise inscribir en octubre para el Dakar que era en enero y ahí me dijeron que la inscripción había cerrado hacía seis meses. Yo no entendía que podía pasar eso porque a las carreras de Enduro yo me inscribía un mes antes o cinco meses como mucho. Ahí entendí lo que era el Dakar”.

Sobre la preparación previa que requiere esta competencia, el mendocino explicó: “Al Dakar no tenés que presupuestar correrlo únicamente. Tenés que presupuestarlo en entrenarte y correrlo. Cuando vos entrenas seis meses antes, esa moto queda inutilizable para un Dakar. El trasladarse, el teléfono satelital, el combustible, las gomas, la hotelería todo cuesta. Si planificas 7 u 8 entrenamientos y te movés por todo lados te sale plata”.

“Tenés casi un Dakar de entrenamiento para correr y es a veces la gente lo subestima. Y después llegás a la carrera con lo justo y la pasas mal porque el Dakar te requiere de un respaldo presupuestario. La pasión mueve montañas y hay mucha gente que es digna de destacar por cómo se mueve, busca, invierte. Eso te da la pauta que las cosas en la vida se pueden conseguir siempre y cuando empujes mucho”, agregó el mendocino.

Cuándo se le consultó que le había enseñado esta carrera, Terranova destacó: “El Dakar te forja el carácter y la capacidad de cuando estás caído de levantarte. La vida se trata de eso. De no cuántas veces tenés éxito sino de cuántas veces son capaz de levantarte. Ya sea por un problema familiar o te fue mal en un negocio. La gente que no entiende que la lluvia siempre para y el optimismo tiene que primar se equivoca. Empiezan a acercase las energías negativas. Eso es la vida, golpearse y volver a arrancar”.

Muchos Dakar tiene en el lomo Terranova. Sin embargo, nunca pensó en dejar de correr. Salvo en uno: en el 2005. “Llegué mal entrenado, era chico, era durísimo, la pase mal. Entonces dije –Acá yo no vuelvo nunca más. Pero a los dos meses entró el virus y cuando se activa empezás de nuevo. Después tenés etapas como por ejemplo en Bolivia a 4000 metros que pensás -¿Qué hago acá?-. Pero todo pasa cuando llegás al campamento, estás en el fogón. El Dakar es el cable a tierra de mucha gente”.

Durante la charla, gente que estaba viendo el vivo se anímo a preguntar y le consultaron cuándo había decidido pasar de las motos a los autos. “Ya tenía muchos años corriendo en motos. La motivación de las dos ruedas estaba caída y la verdad que ví que el riesgo era altísimo. Tenía mucha pasión por los autos también, los veía al lado en las carreras y no lo podía creer como pasaban. Me llamó la atención como transitaban los caminos, a qué velocidad lo hacían y me motivo a dar el paso natural”, explicó.

Esa es una tarea difícil porque el pie te dice una cosa y la cabeza otra. Es una cuestión de dejar de pensar. Si pensás y recordás eso va a ser muy difícil. Tenes que tener respeto pero no miedo porque no vas a poder acelerar nunca.

En cuanto a la relación con el navegante, el cual es clave es carrera y se convive muchos días aseguró. “Siempre tenés discusiones. Tenés días malos y días buenos. Lo que aprendí es que hay que saber agachar la cabeza y pedir perdón. Putearte en el medio del desierto no sirve de nada. También tiene que pedir el copiloto perdón cuando se enoja”.

Lo último que tocó sobre el tema Dakar fue sobre por qué aún no pudo llevarse la victoria. “Por ahí no era el momento todavía. Vamos a tener años con posibilidades. La gran debilidad que tengo es la segunda semana. Me hace falta tener más consistencia mental para resistir al nivel de la primera. Mejorar la confianza, algunos días voy rápido en la arena y otros precavidos. Tengo que encontrar un balance. La consistencia y el aplomo me dan que en los próximos años tenemos chances”.

Sobre si algunas vez se le pasó por la cabeza competir en alguna categoría de pista, Terranova fue claro: “No me atrae la competencia de los autos de la pista. Me gusta ir con un auto a probar y entender pero no lo veo como una cuestión para competir. Me gusta más el desierto, el crosscountry. Me gusta ver las carreras de pista”.

“En pista probé el Porsche 918, el McLaren 675 Spyder, Ferrari 458 Speciale, Huayra en Ímola, la Lamborghini Urus y un Top Race en Termas”, contó. La pregunta para finalizar era obvia y fue con cuál de todos se quedaría: “El más lindo para manejar por lo que significa, el ruido y lo que te transmite es el Huayra. El más agresivo que se siente que es un auto de carrera es la Ferrari, sentís el V12 funcionando. Mucha potencia. Los McLaren son autos muy bonitos, con buenas cajas pero cuando las baterías se cansaban se notaba que le faltaba potencial. Diría que el Huayra es la mejor experiencia.

Entrevistado por: Ariel Berra