Al ex técnico de la selección argentina le quitaron el respirador mecánico y respondió favorablemente.

Carlos Salvador Bilardo sigue internado en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento. Su salud no está bien pero sus ganas de vivir le dan fuerzas para pelearla. La pequeña guardia periodística (apenas un par de cámaras) respeta el momento que está pasando la familia y la gran cantidad de amigos que quieren al Doctor. Entre ellos, sus jugadores de Mexico 86, suerte de hijos postizos para quienes fue mucho más que un director técnico que los llevó a la gloria. Fue la persona que los educó y les dió una cantidad de principios que hoy en día conservan. Por eso cuando se acerca Nery Pumpido e informa brevemente que a Carlos le quitaron el respirador artificial y respondió bien, se le entrecorta la voz y se le llenan los ojos de lágrimas. Es que está hablando de una persona mucho más especial para él que un entrenador. Una especie de padre.

Bilardo sigue en Terapia Intensiva
Bilardo en su última aparición pública en 2018, junto a algunos de sus dirigidos en la Copa del Mundo México 86

Bilardo padece el síndrome de Hakim-Adams, una enfermedad neurológica degenerativa difícil de diagnosticar a tiempo debido a que sus síntomas más notorios como el deterioro cognitivo, la pérdida de memoria o los trastornos al caminar, suelen confundirse con los del Alzheimer, el Parkinson o la demencia senil. Provoca un aumento del líquido cefaloraquídeo en los ventrículos y cavidades del cerebro, que ejerce una presión sobre el tejido cerebral que se traduce en los síntomas antes mencionados. La intervención de los médicos responde a la necesidad de drenar la zona afectada para disminuir la presión y que el tejido cerebral se desinflame y no quede dañado.

No hay parte médico diario ni nada parecido. Solamente el viernes pasado la institución donde está internado emitió un breve comunicado ante el rumor, multiplicado por las redes sociales, de que Carlos había muerto. ¿Qué tan enfermo hay que estar para echar a rodar una noticia semejante sin chequearla? Cosas de hoy que nunca voy a entender.

Mientras tanto Carlos la sigue peleando. Con su mujer Gloria al lado como siempre, símbolo de amor incondicional. Con su familia y amigos que no se despegan de la sala de terapia intensiva. Con la gente que pasa por la calle y le pregunta a la guardia periodística cómo está y se retira cabeza abajo tal vez rezando. Si Carlos supiera, si alguien le contara todas las muestras de cariño de la gente. Para él, que le daba tanta importancia a ganar, ese cariño debería ser la victoria más importante.