El silencioso éxito de El sentido de las cosas
El sentido de las cosas de Sandra Franzen, es una comedia que imagina el encuentro en una isla del Paraná, en medio de una implacable crecida, de un viejo poeta con un joven que se encuentra tan a la deriva como él. Un hipnótico Victor Laplace que conmueve desde sus primeras palabras, hasta un exquisito Gastón Ricaud que se entrega en cuerpo y alma en post de una obra que lo merece. Dos maestros de la actuación ofreciendo su arte cada domingo es el mejor regalo que pueden hacerle a la platea. La experiencia no se parece a nada, ya que te reciben los propios artistas y se puede ver toda la previa a comenzar la función.
“¿Estamos listos?” se preguntan entre ellos. Sonríen, se prende la luz y comienza el show en la hermosísima sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación. Párrafo aparte a la genial música en vivo de Gonzalo Domínguez, que te hace viajar junto con los protagonistas por un tormentoso mar lleno de interrogantes, que se irán conociendo con el paso del tiempo durante la hora de función. La obra habla de dos navegantes que buscan su destino y en ese estado de inestabilidad, flotando y hundiéndose, indagan sobre el sentido de las cosas.
La trama de la pieza es una excusa para hablar de todas aquellas cosas que nos duelen, pero también de todas aquellas cosas que nos alegran el corazón y que nos dan una esperanza en tiempos tan turbulentos. La puerta en escena son ellos y sus sentimientos, hay un inmenso trabajo de ensayos que se nota, para lograr la química que tienen entre sí los artistas, y lo bien que cuentan cada una de las escenas montadas por el director Andrés Bazzalo.
En “El sentido de las cosas” se habla de relaciones humanas, de vínculos, pero sobre todo de amor en sus distintas formas. El espectador pasa por distintos estadíos: se ríen, reflexionan, se emocionan y viven a flor de piel cada acierto o desacierto de los personajes. La frutilla de la torta es el musical con el que cierran el espectáculo. Una obra tan hermosa como real, que merece ser vista, para revalidar que el teatro está más vivo que nunca, y que por fortuna, hay actores de ese calibre que lo demuestran.