El 6 de febrero de 2018 y en circunstancias poco claras, Débora Pérez Volpin fue al Sanatorio de la Trinidad a realizarse un estudio endoscópico y salió sin vida. La periodista de 50 años según los exámenes que se hicieron luego de su deceso, no estaba enferma ni con complicaciones claras.

La familia de Pérez Volpin pide una pena de cuatro años y cinco meses de cárcel para el médico y tres en suspenso para la anestesista. Ambos con inhabilitación a trabajar por diez años. Mientras que la fiscal alegaba que Débora tenía un corazón sano, la carátula de homicidio culposo es la señalada desde una primera instancia.

Según la declaración de Diego Pirotta, abogado de los familiares de Pérez Volpin, ella ingresa al quirófano a las 17, y 18:15 confirman que no queda nada por hacer, que ya estaba muerta.