En uno de ellos se revela que, al menos 32 dispositivos móviles, emitieron señales de datos de apps de citas desde áreas de la Ciudad del Vaticano que están fuera del alcance de los turistas.

Un artículo publicado por el diario The New York Times desató un verdadero escándalo en la Iglesia Católica. La nota periodística, que lleva la firma de Liam Stack, está basada en tres informes que realizó el medio católico conservador The Pillar y revela que sacerdotes de distinta jerarquía eclesiástica, tanto de Estados Unidos como del Vaticano, utilizan apps como Grindr, una plataforma basada en la geolocalización para la comunidad LGBTQ+.

El primer trabajo de The Pillar salió a la luz a fines del mes pasado y derivó en la renuncia de monseñor Jeffrey Burrill, exsecretario general de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. El segundo, publicado en la web algunos días después, se refirió al uso de Grindr de personas anónimas en rectorías no especificadas de la arquidiócesis de Newark, Nueva Jersey. Y el tercero, difundido días después de eso, afirmó que, en 2018, al menos 32 dispositivos móviles emitieron señales de datos de aplicaciones de citas desde áreas de la Ciudad del Vaticano que están fuera del alcance de los turistas.

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Joseph William Tobin al ser nombrado cardenal de Newark por el papa Francisco en 2013, condenó el uso de las aplicaciones de citas, aunque también criticó la forma en la que fueron recolectados los datos. Los informes del blog, The Pillar, han desconcertado a la cúpula de la Iglesia católica estadounidense. “Cuando hay informes como éstos que afirman exhibir las actividades de este tipo en parroquias de todo el país y también en el Vaticano, eso es una emergencia de gran escala para los altos jerarcas eclesiásticos, no hay duda alguna”, dijo John Gehring, director del programa católico en Faith in Public Life, un grupo de defensoría progresista.

“Si alguien que ha hecho una promesa de celibato o un voto de castidad tiene una aplicación de citas en su celular, puede meterse en problemas”, dijo Joseph W. Tobin, cardenal de Newark, durante un panel organizado a través de Zoom por la Universidad de Georgetown. Y en relacion a los informes dijo: “También diría que pienso que hay una ética muy cuestionable detrás de la recolección de este tipo de datos de personas, bajo la presunción de que tal vez no cumplieron con sus promesas”, dijo.

La única aplicación mencionada explícitamente en los informes ha sido Grindr, que es utilizada casi exclusivamente por hombres homosexuales y bisexuales, aunque The Pillar ha hecho vagas referencias a otras aplicaciones que dice que son utilizadas por heterosexuales. Solo uno de los informes vincula directamente una aplicación a una persona específica, Monseñor Burrill.

Conmoción en la Iglesia Católica por los informes sobre el uso de aplicaciones para citas gay entre sacerdotes
Jeffrey Burrill, el ex secretario general de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.

Los reportes han sido criticados por los liberales católicos por vincular el uso general de Grindr a estudios que muestran que los menores a veces también usan la aplicación. Esa combinación de homosexualidad y pedofilia es parte de un esfuerzo de larga data de los católicos conservadores para culpar de la crisis de abuso sexual en la Iglesia a la presencia de hombres homosexuales en el sacerdocio. Los informes plantearon muchas dudas. Los editores de The Pillar rechazaron las solicitudes de entrevistas de otros medios de comunicación.

Entre las preguntas: ¿Cómo obtuvo The Pillar los datos de los teléfonos móviles? ¿Cómo analizó los datos, que están disponibles comercialmente de forma anónima, para identificar a los usuarios particulares de la aplicación? ¿Qué tan extendido está el uso de aplicaciones de citas entre los sacerdotes católicos y cuánto ha podido aprender The Pillar sobre individuos específicos? Los editores de The Pillar, J.D. Flynn y Ed Condon, se negaron a contestar esas preguntas y tampoco respondieron a una solicitud en busca de comentarios para esta historia.

En un podcast, Flynn y Condon dijeron que su trabajo estaba motivado por el deseo de exponer una cultura secreta de irregularidades dentro de la iglesia. “El comportamiento sexual inmoral e ilícito por parte de los clérigos que están obligados al celibato, pero también por parte de otros líderes de la Iglesia, podría conducir a un amplio sentido de tolerancia por cualquier número o tipo de pecados sexuales”, dijo Flynn en el podcast.

Dijeron que Newark era la única diócesis estadounidense sobre la que escribieron porque una vez fue dirigida por el excardenal Theodore McCarrick, quien fue expulsado del cargo en 2019 y acusado el mes pasado de agredir sexualmente a un niño en Massachusetts en 1974. Sin embargo, su decisión de investigar el uso de una aplicación de citas gay en los suburbios de Nueva Jersey, en lugar de una ciudad con una gran población gay, levantó sospechas de que su objetivo real haya sido socavar al cardenal Tobin, un aliado del papa Francisco.

La conservadora Agencia Católica de Noticias, donde trabajaban Flynn y Condor, publicó un día antes de la primera nota en The Pillar que en 2018 habían recibido un comentario de “una persona involucrada en reformar al clero católico”. Esa persona les ofreció datos similares de celulares y también brindó información específica sobre un cura de gran importancia nacional que no era el monseñor Burrill, explicó en una entrevista Alejandro Bermudez, el editor ejecutivo de la agencia. Se negó a nombrar a ese sacerdote.

En ese entonces, Flynn y Condon eran editores de la agencia, pero Bermudez dijo no haber discutido la propuesta con ellos. Bermudez pensó que la información era cierta, pero se negó a aceptarla porque creyó que se había conseguido de forma “sospechosa”. También pensó que usarla para exponer las vidas privadas de curas no sería una manera efectiva ni ética de reformar la Iglesia. La nota de The Pillar se basó en lo que describe como “una gran cantidad de información” obtenida de señales de datos de múltiples aplicaciones de celulares que se recopilaron durante dos períodos de 26 semanas, uno en 2018 y el otro a fines del 2019 y principios del 2020.

Qué es Grindr

Hasta 2020, Grindr constantemente brindaba datos de la ubicación de los usuarios a plataformas de compraventa de publicidades en línea, por lo que podían ser adquiridos. En enero, Grindr recibió una multa de 11,7 millones de dólares de la Autoridad de Protección de Datos de Noruega por su historial de brindar información de los usuarios, incluyendo ubicaciones específicas, a empresas de publicidad que potencialmente las llegaban a compartir con más de 100 entidades.

En una declaración, Grindr dijo que estaba intentando determinar cómo The Pillar había obtenido la información de los usuarios, pero que esa labor era complicada por “las descripciones ambiguas e incompletas del trabajo” del autor. “Lo que queda claro es que este trabajo involucró mucho más que un pequeño blog”, sostuvo Grindr en su declaración. “La complejidad y el tamaño de esta serie de datos hace que resulte probable que la fuente de The Pillar haya tenido dinero y habilidades analíticas”, opinó Ashkan Soltani, un exconsejero de tecnología para la Casa Blanca y la Comisión Federal de Comercio.

Las grandes empresas y los grupos políticos suelen comprar los datos de las aplicaciones móviles a los brókeres de datos para analizarlas y determinar patrones de comportamiento. También pueden utilizar filtros de ubicación para encontrar usuarios de una aplicación específica en un lugar específico, como usuarios de Grindr dentro de los límites compactos de la Ciudad del Vaticano. “Algunas empresas se especializan en des anonimizar datos de celulares y a veces se puede determinar la identidad de un usuario al seguir sus movimientos”, contó Soltani.

Puede que The Pillar haya identificado a Burrill de esa manera, que según el blog, había sido rastreado a su casa y su oficina, además de en bares gays y una casa de baños pública. “Esto sucede desde nuestras casas y todo esto esta disponible ahí afuera”, dijo Soltani. “Existe un riesgo para cualquiera que use estas aplicaciones. Esto le podría pasar a cualquiera”. Matteo Bruni, un vocero del Vaticano, sostiene que los funcionarios del Vaticano, incluyendo el poderoso secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, se reunieron con “representantes de The Pillar” el 17 de junio.

Sin embargo, dijo que el Vaticano ha decidido no responder y no explicitó si tenía planes de investigar las acusaciones. No queda claro de qué manera los funcionarios de la Iglesia podrían castigar el uso de una aplicación móvil, si se llegase a confirmar la información de The Pillar. En Newark, los funcionarios de la Iglesia instruyeron a los sacerdotes para que no hablaran con los periodistas. Varios de los que hablaron, bajo condición de anonimato, expresaron consternación por el uso de datos de teléfonos celulares para rastrear a los sacerdotes. Incluso los líderes laicos se mostraron reacios a discutir la controversia oficialmente, aunque no muchos fieles parecen estar al tanto de ello.

The Pillar no aclaró si planea publicar más informes utilizando datos de teléfonos celulares, pero los sacerdotes de otras diócesis esperan ansiosos para ver si publicará algo sobre sus comunidades. El padre Bob Bonnot, director ejecutivo de la Asociación de Sacerdotes Católicos de Estados Unidos, dijo que el uso de datos de teléfonos celulares para rastrear el movimiento de Burrill profundizó la sensación de vulnerabilidad que sienten muchos sacerdotes. “Puede ser terriblemente amenazante”, dijo. “Puede hacer que todos los sacerdotes se sientan incómodos y preocupados”. The New York Times