24/06/2025 - Edición Nº868

Internacionales

Un verano crítico en dictadura

La Habana arde en sombras: apagones diarios y una Cuba al límite en la era de Díaz-Canel

15/05/2025 | La capital cubana enfrenta cortes eléctricos prolongados, caída económica y nuevas restricciones mientras el gobierno se estanca en su narrativa.



La capital de Cuba, La Habana, atraviesa uno de los veranos más difíciles en años. Con apagones que superan las cuatro horas diarias y temperaturas elevadas que aumentan la sensación de malestar, la vida cotidiana de millones de cubanos está marcada por la crisis energética, la escasez y la incertidumbre.

La situación responde a un deterioro estructural del sistema eléctrico cubano, que se ha intensificado en 2024 y continúa en 2025. En el último año, la economía de la isla no mostró signos de crecimiento, y en 2023 la producción nacional cayó un 1,9 %. La falta de combustible, el desgaste de la infraestructura y los efectos acumulados de las sanciones de EE. UU. han contribuido al colapso energético.

El gobierno cubano ha reaccionado con un nuevo decreto de emergencia energética de 16 páginas, que impone obligaciones tanto a empresas estatales como privadas. Entre las medidas destaca la exigencia de que al menos el 50 % de la energía diurna sea generada a partir de fuentes renovables dentro de los próximos tres años. Las empresas que no logren implementar paneles solares deberán contratar energía limpia al Estado.

También se ha ordenado restringir el uso de aire acondicionado en oficinas gubernamentales a una temperatura mínima de 24 °C, y desconectar todos los equipos de alto consumo durante las horas pico. El incumplimiento puede derivar en multas o desconexiones forzadas de la red eléctrica, aumentando la presión sobre el ya golpeado sector productivo.

Los apagones han obligado al cierre temporal de escuelas, oficinas y fábricas, afectando gravemente la productividad nacional. En muchas zonas de La Habana, la interrupción de servicios básicos se combina con la falta de transporte público y la inflación, generando un clima de malestar social contenido.


La Habana sin luz.

Pese al escenario sombrío, el gobierno ha iniciado un proyecto en colaboración con China para construir más de 50 parques solares, de los cuales 11 ya están operativos desde febrero. Esta iniciativa busca aliviar la dependencia de los combustibles fósiles, aunque su impacto real podría tardar en sentirse.

Mientras tanto, la población enfrenta un panorama asfixiante: el calor extremo, los cortes sin aviso y la falta de soluciones inmediatas dibujan un escenario de resistencia silenciosa. Aunque muchos cubanos se muestran resignados, el deterioro de las condiciones energéticas podría reactivar protestas espontáneas como las de 2021, si no se estabiliza la situación en el corto plazo.

Conclusión

La crisis energética cubana ha dejado de ser un fenómeno estacional para convertirse en un síntoma crónico del colapso estructural. El decreto del gobierno, aunque ambicioso, llega tarde y sin garantías de ejecución real. Cuba intenta virar hacia una matriz renovable, pero sin financiamiento externo ni estabilidad económica, la transición será larga y dolorosa. La Habana, hoy, es el termómetro de un sistema al límite.

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