
La desaparición de Loan Peña (5) en Corrientes es uno de los casos más resonantes y misteriosos de los últimos años. Al cumplirse un año de su desaparición, Daniel Adler, experto en seguridad, exmiembro de la unidad Golani del ejército israelí y exasesor de la Secretaría Nacional de Seguridad Pública de Ecuador, asegura que no se trata de un episodio aislado. Desde su perspectiva, el caso debe investigarse como una trama de trata de personas, y denuncia complicidades profundas entre actores del Estado y el círculo íntimo del menor.
“Primero hay que reconocer que la trata, el tráfico humano, es el primer delito económicamente más poderoso del planeta Tierra. Es superior incluso al narcotráfico”, señala Adler a NewsDigitales. Según su diagnóstico, este tipo de crimen se ramifica en múltiples subdelitos: “la creación de contenido digital pedófilo, tráfico de órganos, trabajo esclavo, pornografía infantil y comercialización de menores”. Detrás de cada caso hay un negocio internacional multimillonario que no se limita a bandas aisladas, sino que se sostiene por redes con conexiones estatales y judiciales.
Adler subraya la gravedad del tiempo perdido: “Cuando hay una desaparición, las primeras tres horas son fundamentales. En Argentina, por su cercanía con las fronteras, ese margen se reduce a dos horas y media”. Pero el caso Loan lleva más de un año sin resolverse. “Vamos 8.700 horas desde que lo han secuestrado, desaparecido, captado, lo cual dificulta mucho más la temática”, advierte.
Para el especialista no hay dudas sobre la naturaleza del caso: “Esto es un caso de trata, de tráfico. No hay asesinato, nunca lo hubo”. Y afirma que la verdad está en el círculo íntimo de los siete imputados actuales: “Ahí cerquita, en ese núcleo, está la verdad”.
Con una trayectoria que incluye interrogatorios a miembros de las FARC, el Cártel de Sinaloa, el Tren de Aragua y otras organizaciones criminales de América Latina, Adler se presentó como amicus curiae ante la jueza de la causa. Su propuesta fue clara: “Necesito un máximo de 45 minutos por persona. Voy a utilizar polígrafo, detector de mentiras, evaluación grafológica y lectura del lenguaje no verbal”. Según él, esta metodología detectó la verdad en el 100% de los casos en los que trabajó.
Sin embargo, su ofrecimiento fue rechazado. “Me respondieron recién a la presentación número 30, y aun así desestimaron el tema. Porque ya tenían una declaración aprobatoria. Que eso nunca pasó”, denuncia.
Más allá del caso puntual, el experto pone el foco en un entramado más amplio: “Esto muestra el nivel de inocencia de algunas fuerzas encargadas de esta metodología, pero también el nivel de complicidad policial, municipal y judicial”. Recuerda que “el comisario participó en el ocultamiento de pruebas, el abogado a cargo del enlace judicial también, y por supuesto la familia se cubrió entre sí”.
En su análisis, la primera hipótesis debe centrarse siempre en el entorno cercano: “Más del 80, estamos hablando del 85% de los casos de secuestros, es algún círculo muy cercano o incluso algún familiar”. Y agrega una crítica directa al enfoque oficial: “Siempre hay que ir por la máxima: tratar el tema como un secuestro, no como un niño que se perdió y que se le deja golosinas cada dos metros”.
Adler denuncia un subregistro estructural: “En Argentina hay muchas desapariciones de menores que no se denuncian, o no se toman las denuncias, o no se ratifican”. Según los datos que maneja, en 2023 hubo entre 6.000 y 8.000 desapariciones de menores, lo que da un promedio de 8 desapariciones y media por día. “Muchos casos se encuentran, otros tantos no. Y ahí es donde no anda bien el canal de información”, advierte.
Parte de esas alertas llegan a través de canales informales: “Nosotros recibimos mucha denuncia por Whatsapp, redes sociales, Facebook. Chicos desaparecidos que no están ni siquiera denunciados”.
También hay casos de arrepentidos: “Personas que comercializan y que se arrepienten. Hay un negocio muy potente y muy tenebroso atrás de esto”. Y es allí donde operan bandas organizadas: “Esta clase de criminal tiene la característica de ser psicópatas, maniáticos, que cosifican a los seres humanos”.
Para Adler, el principal obstáculo es cultural: la negación. “La sociedad tiene que entender que pasa mucho más seguido de lo que se cree. No es un Loan o un Lian. Son muchos más”. Y concluye con una máxima de su experiencia: “Cuando un problema se detecta en su núcleo real, uno ya se acerca un 50% a la solución. Pero tapándolo, eso se expande. El problema es mucho mayor”.