21/06/2025 - Edición Nº865

Internacionales

Represión interna

Nicaragua: Daniel Ortega condena a un histórico general sandinista a 20 años de prisión

20/06/2025 | Álvaro Baltodano, antiguo asesor militar del régimen, fue sentenciado por "traición a la patria" en un proceso exprés que profundiza la purga de leales.



La maquinaria represiva del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo sumó un nuevo capítulo esta semana con la condena de Álvaro Baltodano Cantarero, general retirado y antiguo asesor clave del sandinismo. Baltodano, de 71 años, fue sentenciado a 20 años de prisión por traición a la patria en un juicio exprés celebrado por videoconferencia, sin abogado defensor ni acceso a su familia. Además, el tribunal ordenó la confiscación total de sus bienes, bajo la acusación de intentar conspirar contra el actual liderazgo.

La decisión ha sido interpretada por analistas y opositores como una muestra de que la purga interna en el Frente Sandinista alcanza incluso a figuras históricas del movimiento revolucionario. Baltodano fue detenido el 9 de junio en su finca de Matagalpa por agentes de la Dirección de Auxilio Judicial, en un operativo que replicó los métodos de las detenciones políticas más recientes.

Una trayectoria revolucionaria silenciada

Álvaro Baltodano no es un disidente cualquiera. Fue combatiente guerrillero durante la revolución, hombre de confianza de Ortega durante décadas, y ocupó cargos clave en las estructuras económicas del Estado, como la Comisión Nacional de Zonas Francas. En su momento, fue considerado uno de los principales arquitectos de la estrategia económica del gobierno sandinista.

Sin embargo, su cercanía al círculo histórico del Frente Sandinista parece haberlo vuelto prescindible ante la estrategia de control absoluto que ejecuta Rosario Murillo. Según fuentes opositoras en el exilio, Murillo teme que los viejos cuadros puedan impulsar una versión del sandinismo más democrática y desvinculada del actual autoritarismo.

El contexto de una purga sistemática

La condena a Baltodano se suma a una lista creciente de exmilitares, disidentes históricos, religiosos y periodistas perseguidos desde 2018. Bajo cargos difusos como "traición a la patria" o "conspiración contra la soberanía nacional", el régimen ha construido un entramado judicial que busca legalizar la represión política y el despojo de bienes.

Esta política se consolidó con la reforma constitucional de 2024, que otorgó al Ejecutivo control total sobre el Poder Judicial y amplió las facultades del Ministerio Público. La figura de Rosario Murillo, ahora formalmente con poder presidencial, ha cobrado un protagonismo inédito, reforzando la percepción de que Nicaragua es gobernada por un binomio donde la desconfianza interna resulta tan amenazante como la oposición externa.

Advertencia al sandinismo ortodoxo

El encarcelamiento de Baltodano representa también un mensaje directo a las filas internas del sandinismo. Ninguna trayectoria garantiza inmunidad en un régimen que teme tanto a la revuelta opositora como al colapso desde dentro. Varios exfuncionarios han huido al exilio, mientras otros viven bajo estricta vigilancia y temor.

De fondo, se perfila una lucha silenciosa por el futuro del país post-Ortega. El temor del entorno de Murillo a que emerja una figura alternativa desde el propio Frente Sandinista podría estar impulsando una purga diseñada para asegurar lealtades absolutas o provocar el exilio definitivo de cualquier voz independiente.

Represión sin límites 

La condena a Baltodano ilustra la transformación del sandinismo en una maquinaria de poder personalista y excluyente. El régimen ya no teme sólo a sus enemigos tradicionales, sino también a los rostros conocidos que podrían cuestionar su deriva autoritaria.

Nicaragua se adentra así en un modelo político donde la obediencia incondicional se ha convertido en la única garantía de supervivencia, incluso para quienes alguna vez fueron pilares de la revolución que hoy los castiga.