A los 87 años, Irma Lima rompió el silencio después de más de cuatro décadas de búsqueda incansable. Su hijo, Diego Fernández Lima, tenía 16 años cuando desapareció en 1984. Durante años, ella y su esposo -que murió mientras lo buscaba- recorrieron comisarías, hospitales y morgues sin obtener respuestas. Recién este año, 41 años después, supo la verdad: los huesos de Diego fueron hallados enterrados en el patio de la casa de Cristian Graf, su excompañero de escuela.
“Me mató a mi hijo. Tenía 16 años recién. Lo único que pido es justicia”, expresó Irma con la voz quebrada en una entrevista radial, en la que habló por primera vez desde que se confirmó el hallazgo.
El caso vuelve a tener movimiento judicial este viernes, cuando Graf será indagado por el juez Alberto Litvack por el delito de encubrimiento, a pedido del fiscal Martín López Perrando, quien subrayó que, aunque la causa principal ya prescribió, la familia tiene derecho a conocer toda la verdad.

Irma, que mantiene vivo el recuerdo de su hijo como si el tiempo no hubiera pasado, relató cómo atraviesa el presente: “No puede ser una persona que ya esté suelta, que no esté detenida. ¿Y nosotros qué somos? Nos matan los hijos, ¿nos tenemos que quedar así?”, cuestionó.
Entre lágrimas, recordó cómo era Diego: “Era bueno, estudioso, deportista. Y yo sigo llorando, recordando todo lo que fue. No puede quedar impune”.
La mujer aseguró que siempre confió en que su hijo iba a regresar. Por eso, nunca modificó su habitación: “Dejé el cuarto intacto, por si volvía. Nunca quise tocar nada”.
Frente a la versión de Graf, quien sostiene que alguien más colocó el cuerpo en el patio de su casa, Irma fue contundente: “No tiene por qué estar suelto. Puede volver a hacer lo mismo que le pasó a mi hijo. Justicia y justicia, nada más pido”.