Brasil se enfrenta hoy en las elecciones generales más cruciales de los últimos 30 años, con el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva como favorito a desbancar a su rival el mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro.
Bolsonaro votó en Río de Janeiro y evitó aclarar si aceptará los resultados en caso de triunfo de Lula, que votó cerca de San Pablo y dijo que Brasil volverá “a la normalidad” y que los brasileños no quieren “más odio” tras cuatro años de mandato de su adversario.
Las mesas abrieron puntualmente a las 8 y deberían cerrar a las 17, cuando la Justicia electoral dará inicio al escrutinio, que se espera ya muestre una tendencia consolidada unas dos horas después.
Según sondeos, Lula, de 76 años y líder del Partido de los Trabajadores (PT), podría vencer en primera vuelta, pero Bolsonaro, de 67 años y candidato por el Partido Liberal (PL), asegura que será reelecto por amplio margen.
El exmandatario votó cerca de San Pablo, donde forjó su actividad sindical y política en las décadas de 1970 y 1980 y lideró el mayor movimiento obrero contra la dictadura militar que gobernó el país desde 1964 a 1985.
“Estoy votando con la posibilidad de volver a ser presidente para que el país vuelva a la normalidad”, dijo Lula.“Vamos a hacer que este país vuelva a ser feliz. El pueblo quiere vivir tranquilo. No queremos más odio”, agregó.
A unos 430 kilómetros de distancia, el presidente y excapitán del Ejército votó en Río de Janeiro, en una escuela del barrio Villa Militar a la que llegó en una caravana de autos negros, vestido con la camiseta de la selección de fútbol de Brasil.
Bolsonaro, en el poder desde 2019, fue consultado sobre si reconocerá los resultados, tras haber amenazado varias veces con no hacerlo afirmando que no solo las encuestas no son creíbles, sino tampoco el sistema de urnas electrónicas que se usa en Brasil.
“Unas elecciones limpias deben ser respetadas”, dijo a medios, entre ellos Télam, antes de votar, pareciendo insinuar que sólo reconocerá los resultados si considera que el proceso, que es supervisado por observadores internacionales, fue transparente.
“Que gane el mejor”, agregó el mandatario, que luego de votar volvió a hablar con los medios y varias veces esquivó con evasivas la pregunta de si reconocerá los resultados.
Más de 156 millones de brasileños estaban habilitados para participar de los comicios, en los que se elegirá presidente, los gobernadores de los 27 estados, 21 senadores, 513 diputados federales y más de 1.000 legisladores regionales. Para la elección se dispusieron 577.000 urnas electrónicas.
Sea quien sea el ganador, asumirá la Presidencia el 1 de enero de 2023 y con, ella, las riendas del país más grande y más poblado de Sudamérica, así como su mayor economía, la cuarta del mundo.
La pobreza casi se duplicó en Brasil durante el mandato de Bolsonaro, en gran parte, al igual que en muchos países de la región, como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
Durante los mandatos de Lula, de 2003 a 2010, millones de personas se incorporaron a la clase media gracias a los elogiados programas sociales del exmandatario, que llegó a la Presidencia tras haber nacido en la pobreza, en el nordeste de Brasil.
Brasil ha comenzado a crecer otra vez desde el año pasado, cuando su economía repuntó más de 4,5% en 2021, la mayor subida en una década, luego de un retroceso de 3,9% en 2020, el primer año del coronavirus, el mayor desplome en 24 años.
Este año, la economía brasileña acumula un crecimiento de 2,5%, gracias a un avance en todos sus sectores: la industria, los servicios y la actividad agropecuaria, según cifras oficiales.
Sin embargo, la inflación se ha disparado hasta un 8,8% como consecuencia de la guerra en Ucrania, una cifra muy elevada para un país acostumbrado a entre 3 y 4% anual, y que ha empujado a millones más a la pobreza.
Lula es favorito entre el electorado más pobre y entre las minorías, incluyendo a las mujeres, mientras que la base electoral más sólida de Bolsonaro está formada por los blancos y los sectores evangelistas, muy importantes en Brasil.
Bolsonaro insistió anoche con que debería ser reelecto al menos con el 60% de los votos, pese a que los más recientes sondeos volvieron a mostrar a Lula no solo arriba, como toda la campaña, sino con el 50% de los votos más uno necesario para evitar el balotaje.
La justicia electoral prohibió ingresar a las cabinas de votación donde se encuentran las urnas electrónicas con teléfonos celulares para evitar divulgación de fake news sobre posibles fraudes como los advertidos por Bolsonaro, sin pruebas, durante la campaña.