Es el tema más urgente que debe resolver Kicillof. Hay protestas en al menos 20 de las 50 unidades penitenciarias bonaerense. Falta comida, camas y agua. Se cortó la cadena de pagos. “Duermen seis donde hay lugar para uno”

El recién asumido gobernador bonaerense, Axel Kicillof, debe afrontar un problema urgente, inmediato: la convulsión que se vive en gran parte de las 50 unidades penitenciarias de la Provincia.

En algunos penales, hay una huelga de hambre que está por cumplir tres semanas. La punta de lanza del reclamo es que se cortó la provisión de alimentos, ya que la empresa proveedora del servicio, dejó de cobrar. La situación de los proveedores, se sabe, es muy compleja. Hay un virtual corte en la cadena de pagos. Dicho en otras palabras, en muchas cárceles no hay comida.

Lo que comenzó como una protesta aislada en las unidades de San Martín y La Plata, hoy se ha extendido a casi toda la provincia, y amenaza con transformarse en el reclamo más importante de la historia reciente. Kiciloff lo sabe. Tanto es así, que luego de la reunión del lunes con intendentes, en rueda de prensa le pidió a María Eugenia Vidal que no se vaya sin resolver el tema. Su gobierno se terminó, pero la situación sigue. Es más, empeoró.

“Todo empezó como un reclamo por la falta de comida en dos lugares, pero con el correr de los días se extendió a otras cárceles, y la protesta creció”, describe el familiar de un detenido, preocupado por la situación que se vive intramuros, donde el hacinamiento y la violencia extrema es moneda corriente.

Ahora los presos no sólo protestan porque no hay comida, sino también porque están amontonados, escasea el agua, se corta la luz, no hay cupos para talleres, ni para estudiar.

Alberto Ibarra, de la ONG Movimiento Territorial de Liberación, cuenta que los reclamos son “unánimes por la falta de comida y el hacinamiento”. Básicamente, se quejan por el exceso de la aplicación de la prisión preventiva y la falta de medidas para oxigenar los penales, como los arrestos domiciliarios.

“Donde debe dormir uno, duermen seis. El hacinamiento es total”, describe el abogado penalista Guillermo Baqué, con amplia experiencia en el sistema penitenciario bonaerense.

Ibarra dice que los familiares se acercan a su ONG para retirar alimentos y llevárselos a los internos. “La situación es caótica”, asegura.

Si bien no hay datos oficiales, el relevamiento realizado por los propios internos, da cuenta que las protestan se dan en las unidades 1 (Olmos), 2 (Sierra Chica), 5 (Mercedes), 6 (Dolores), 7 (Azul), 8 (Los Hornos), 17 (Urdampilleta), 15 (Batán), 21 (Campana), 23, 24, 30, 31 y 32 (Florencio Varela), 33 (Los Hornos), 35 y 36 (Magdalena), 46, 47 y 48 (San Martín). Depende la cárcel, es la cantidad de pabellones afectados por el reclamo.

Según Baqué, la “situación es más que crítica. No hay lugares para dormir. No hay medicamentos. Las peleas dentro de los pabellones por esta situación de hacinamiento, potenciado por el calor, ha derivado en personas asesinadas”.

Abunda Ibarra, “en algunas unidades, los detenidos nos pidieron pallets para hacer camas, porque duermen en el piso”. Obvio, muchas de las peleas surgen a raíz de todo esto.

Para la Comisión Provincial por la Memoria, el hacinamiento sobrepasa el 113%. Son más de 50 mil personas, pero con un faltante de 26 mil plazas.

Familiares de los detenidos hicieron grupos de wasap donde intercambian fotos y videos de la situación que se da del otro lado de los muros. En algunos se pueden ver como los propios internos sacan a detenidos desmayados por la falta de comida o el calor. Algunos también narran “fuego en Olmos” o “feroces disturbios en Sierra Chica”. El gobierno provincial se quedó sin voceros para aclarar esto. Pero lo más grave, sin herramientas para solucionarlo.

Kiciloff le encargó al entrante ministro de Justicia, Julio Alak, que se aboque a resolver el tema, la cual ha virado a un peligroso efecto dominó (también llegó a algunas unidades federales, como Devoto).

Si bien la situación no es nueva, sí es muy peligrosa en esta época del año, y revela una vez más el “mix de irregularidades” alrededor del sistema penitenciario bonaerense: más presos en los mismos lugares, menos comida, menos servicios, e internos con celulares, lo cual está expresamente prohibido.

Las empresas que proveen alimentos son otro de los puntos que, seguramente, el ministro Alak observará. “El presupuesto para comida estaba: no se pagó porque no se ejecutaron las partidas correspondientes, o directamente, se desviaron”, ilustra un hombre del nuevo gobierno, con gran experiencia en el tema.