El virus es peor que el Covid-19, pero acá no hay cuarentena ni vacuna para superar el tema. Tampoco ningún sistema preparado, ni las fuerzas de seguridad, ni las cárceles; menos la Justicia. Todo el sistema está colapsado. Pero nadie sabe ni por dónde empezar a resolverlo

A la seguridad se la llevaron presa en Argentina. Desde hace mucho tiempo, obvio. Pero vaya paradoja, es la única que cumple pena efectiva, sin ningún tipo de beneficio, ni condicional, ni salidas transitarias, ni domiciliarias. Está en la cárcel, mientras afuera capea su antinomia: la inseguridad.

La situación es tan compleja, que ni siquiera hay estadísticas confiables, o al menos que se aproximen a la realidad, de la situación que se vive alrededor de este tema. En cualquier barrio del Conurbano, uno de los oficios que más demanda tiene en los últimos meses es la herrería. Obvio: el herrero hace y coloca rejas, púas, trabas para portones, pasadores, etc. Pero se sabe: nada es suficiente.

Los números de la falta de seguridad se vinculan con las denuncias que ingresan a través de las fiscalías en los 19 Departamentos Judiciales que tiene la provincia de Buenos Aires. El Ministerio Público los aglutina y lanza los datos. Pero siempre son viejos (el último es hasta el 31/12/2018), y tampoco representan a ciencia cierta lo que sucede, ya que nadie tiene precisión de qué cantidad de delitos no se denuncian.

Alberto Fernández casi que no habla del tema. Su ministra de Seguridad, la antropóloga Sabina Frederic, llegó al cargo con nula experiencia en la materia, y a los cinco segundos de haber asumido, recibió una cohetería verbal de su par bonaerense, el incontrolable Sergio Berni.

No está claro cuál es el rumbo de Frederic, pero sí el de Berni: quiere ser candidato a algo. “Usa la silla del ministerio de Seguridad para hacer campaña; es un delirio”, planteó en voz alta, entre los suyos, un importante intendente del Conurbano. Hay bronca con el hombre que puso Cristina para el cargo más caliente de la Provincia.

En los hechos, Berni no le responde a Kicillof. Es un secreto a voces. Hace y deshace. Les quitó recursos a algunos municipios, para reasignarlos a otros. O vaya a saber a dónde. De esto se quejaron propios intendentes. Igual, un patrullero más o menos, no resuelve el fondo de la cuestión. Pero a los jefes comunales les da cierto oxígeno para ir llevando la diaria ante las quejas de los vecinos.

Más allá de cualquier rencilla pasajera, enojo de Frederic u operación mediática para dejar bien o mal parado a Berni, lo concreto es que la Provincia no tiene ningún plan para frenar la inseguridad. Ninguno. Si está, nadie lo conoce. Los intendentes tampoco.

Hay jefes comunales que se cansaron de escuchar a Kicillof. Sus oratorias ya son un clásico, la cual genera murmullos entre muchos intendentes, quienes no tienen puentes cotidianos de diálogo con el gobierno provincial. El gabinete bonaerense es un cúmulo de reputados técnicos, con escasa o nula experiencia en la gestión bonaerense. La mayoría tuvo que aprender cuáles eran las ocho secciones electorales del vasto territorio provincial.

El ala más política, con la senadora en uso de licencia, María Teresa García a la cabeza, perdió la batalla interna antes de empezar. García, actual secretaria de Gobierno, conoce el paño, tiene vínculos con los jefes comunales y un nexo aceitado con la Legislatura. Los técnicos de Axel, su equipo de toda la vida, la horadaron. Incluso, se rumorea que volverá a la Cámara alta, donde el oficialismo es minoría.

En ese contexto, Berni hace la suya. Se muestra como un súper héroe que trata de resolver todo, pero que no puede porque Frederic, la Justicia y vaya a saber quién más, se lo impide. En la cúpula de la Policía hay bronca con el Ministro. En calle 6, también. Pero es el único que crece en las encuestas. “Al barrio que llega, los aplauden”, contaron alrededor de su equipo. Y eso también se pudo ver por televisión.

No está claro para dónde va la cosa. El proyecto de reforma del Código Penal, obra de un equipo de técnicos encabezado por el camarista Mariano Borinsky, duerme el sueño de los justos en el Congreso. Nadie sabe si es la solución, si es un parche, o sino sirve para nada. No está en agenda su discusión. Tampoco qué hacer con los menores: ¿sirve bajar la edad de imputabilidad? La política legislativa no tiene ese intríngulis por estos días. Está con otros menesteres.

Los turnos en las fiscalías bonaerense (UFIs) desbordan a los integrantes del Ministerio Público. En el último turno, que dura dos semanas, de un reconocido fiscal en La Plata hubo casi tantos robos denunciados como hechos de linchamientos y/o detenciones ciudadanas por parte de vecinos ante los delincuentes. En otras palabras, la mal llamada justicia por mano propia. La capital bonaerense es un verdadero polvorín.

Hay un peligroso silencio oficial ante todo esto. Si bien está claro que abordar el tema de la inseguridad a través de la Policía es empezar por las consecuencias y no por las causas, también es clarísimo que algo hay que empezar a hacer. Algo.

La tan mentada reforma judicial de Alberto Fernández, Gustavo Béliz, Vilma Ibarra y Marcela Losardo aún no fue presentada. Y, de lo que se sabe hasta ahora, su principal objetivo es atomizar el poder de los 12 de Comodoro Py en 46 tribunales. La inmensa mayoría de los juristas la ve como acertada y necesaria, pero no está pensada para frenar a los motochorros que jaquean al Conurbano. Es decir, frente a ese flagelo no hay nada. Ni siquiera un trabajo en conjunto entre los dos principales ministros del país en la materia.