El dato puede ser crucial en una posterior etapa de un juicio civil. Mientras tanto el Club Le Brique está clausurado, luego de que siguiera la fiesta como si nada

La noche del viernes 17 y madrugada del 18 los rugbiers detenidos por el brutal asesinato de Villa Gesell estaban en la pista de Le Brique cuando sonaba “Tumbando El Club” del trapero Neo Pistea. Allí se desencadenó el primer incidente que terminó con la golpiza mortal al indefenso Fernando Báez Sosa, ya en la vereda de enfrente del local bailable. 

Hubo un pogo, lógicamente alguien pisó a alguien, y en ese instante comenzó la furia de los jugadores de Náutico Arsenal de Zárate. Fernando intentó mediar, para terciar en la discusión, y separar a los violentos. “Pero tal vez quedó en el medio”, como relató un testigo en el expediente judicial que instruye la fiscal Verónica Zamboni. Quizás haya sido el último de sus tantos grandes gestos de humanidad.

Lo que sucedió después es conocido: los rugbiers fueron echados por los patovicas. Y Fernando también. Éste salió con un amigo, compró un helado en el maxiquiosco que está en diagonal al boliche, y a 15 pasos de ahí, sobre la vereda, lo ultimaron indefenso. En manada. De a 10, según cree la fiscal y el particular damnificado. Lo fueron a buscar.

Le Brique fue clausurado después de que la fiesta siguiera como si nada. Ni siquiera cerró en la noche posterior al crimen. Hasta promocionó los shows de Jimena Barón, quien se iba a presentar también en Dixit, el otro boliche que maneja la misma gente. “Le Brique y Dixit”, son de los mismos dueños, se repite en la violenta noche de Gesell. La cantante no sólo canceló sus presentaciones, sino que también exigió justicia por Fernando.

Los patovicas del boliche, de acuerdo a todos los especialistas en la materia, cometieron un error que resultó mortal. Sacaron a Fernando Báez Sosa y a los violentos al mismo tiempo, a la calle. “Los dejaron como para que se mataran afuera”, relató un testigo. 

“Deberían haber retenido a un grupo, y echado al otro. Y si iban a sacar a los dos, inmediatamente tendrían que haber avisado a la Policía”, describió una fuente de la Cámara de Discotecas. Nada de eso sucedió.

Es muy probable que toda está cuestión se dirima, y comience a discutirse en un futuro juicio civil. Como así también si los rugbiers, hoy detenidos entre las comisarías Segunda de Villa Gesell y Primera de Pinamar, eran públicas del boliche.

Una relación directa con Le Brique

Más de una fuente confirmó que los violentos jugadores frecuentaban Le Brique, y que promocionaban la noche en ese lugar, a cambio de entradas gratis, pases al VIP y, posiblemente, consumiciones. Los dueños del boliche nada dijeron al respecto. Ni siquiera responden los mensajes cuando se les consulta sobre este punto. Quizás sea una estrategia, quizás no tengan nada que decir, o quizás el dato sea absolutamente cierto. Si esto se puede probar, las consecuencias en el plano civil para quienes manejan el lugar, posiblemente sean gravosas. 

Los abogados de la familia de Fernando Baez Sosa, Burlando y el doctor Fabián Améndola, están abocados de lleno a llevar al expediente penal en paralelo con la fiscalía. De hecho, hoy tendrán acceso pleno al mismo, mientras continuarán las ruedas de reconocimientos. Estas ya arrojaron algún resultado, que la querella evalúa como positiva: fueron “reconocidos” Máximo Thomsen y Enzo Comelli. 

Si bien esto aún deberá determinarse, es probable la marca de la suela de la zapatilla que quedó en el rostro de Fernando sea de Thomsen. A través de un estudio de scopometría, realizado en Tierra del Fuego, la misma arrojó el diseño, el número (talle) y medida de ese calzado. Fueron peritados 19 pares. Una quedó grabada en el cuerpo de la víctima. Sólo resta determinar de quién era esa. “Los testigos señalaron a Thomsen como el autor de la patada” mortal, según surgió ayer luego de la rueda de reconocimiento. “Y a Comelli, como quien dio la primera trompada”. 

Hasta el momento, Thomsen y Ciro Pertossi están imputados como co-autores materiales del crimen. Pero sobre los restantes ocho recae la misma acusación de homicidio doblemente agravado por la premeditación y la alevosía. Se sabe: la condena es perpetua.