El ex jefe del Ejército luchó en las islas Malvinas y dijo que se trató de una gesta porque hubo soldados, oficiales y suboficiales que “pelearon por un sentimiento” más allá de la “incomprensible escalada” de la dictadura.

El ex jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino Martín Balza, de 88 años, combatió en la guerra de Malvinas. Estuvo desplegado desde el 13 de abril en las afueras de Puerto Argentino como jefe de unidad y coordinador del fuego terrestre.

En 1995, como jefe del Estado Mayor General del Ejército, Balza realizó un anuncio histórico: reconoció la responsabilidad del arma en las violaciones sistemáticas de los derechos humanos durante la dictadura y ordenó a sus soldados desobedecer a futuro cualquier orden inmoral emanada por un superior.

A 40 años del desembarco argentino en las islas, el 2 de abril de 1982, el ex embajador en Colombia habló con TN y afirmó que el conflicto bélico fue una gesta heroica porque “hubo soldados, oficiales y suboficiales que pelearon por un sentimiento, el sentimiento Malvinas”.

Sin embargo, consideró que se trató de una “guerra absurda” impulsada por una dictadura “inoperante”.

¿Usted conocía de antemano los planes del desembarco?

– No, nada. No solo yo. Es probable que ninguno de los jefes tácticos que combatimos supiera. Ese 2 de abril era jefe del Grupo de Artillería III de Paso de los Libres (Corrientes) y al llegar al cuartel me para un sargento en la guardia y me dice: ´mi teniente coronel, recuperamos las Malvinas´. Eso demuestra la incapacidad total de esta inoperante e incalificable junta militar porque fue un absurdo jamás previsto. El 13 de abril, a las 3.30 de la madrugada, aterricé con mi unidad en Malvinas.

– ¿Usted dice que incluso el desembarco fue improvisado?

– Hubo un plan previo. El desembarco fue una cosa bien planeada. A la Operación Rosario no la voy a disminuir en absoluto. Fue una operación preparada.

– ¿Y la guerra?

Fue algo absurdo. Fue una escalada incomprensible producto de muchas cosas: de una inhabilidad diplomática. (Leopoldo Fortunato) Galtieri tuvo la culpa fue un bravucón diciendo ´si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla´. Un disparate total. Ellos se imaginaban que (los británicos) no iban a venir. Pero era obvio que Inglaterra iba a reaccionar contra un país periférico, condenado por violaciones a los derechos humanos, que hacía agua en lo nacional y en lo internacional. La junta militar lo hizo para prolongar la dictadura a través de una causa justa. Hay que ver además al otro actor. El gobierno británico necesitaba eso. Políticamente el de (la premier británica) Margaret Thatcher era un gobierno alicaído. Un gobierno conservador en un contexto de gobiernos socialistas en Europa. A ella le convenía (la guerra). Y el objetivo de Galtieri era prolongar la dictadura.

– ¿Cuánto hubo de gesta y cuánto de incompetencia en la guerra de Malvinas?

– La gesta está. Soy parte porque era jefe táctico. Fue la primera y única guerra de la Argentina del siglo XX y hubo soldados, suboficiales y oficiales que pelearon por un sentimiento, el sentimiento Malvinas, al margen de lo absurdo que era esa guerra. La incompetencia estaba en el continente, en el nivel político, diplomático, en la estrategia superior. Hubo una crisis que empezó en marzo (con el izamiento de la bandera nacional en las Islas Georgias por parte de un grupo de trabajadores chatarreros argentinos) y de ahí se escaló y se llegó a la guerra.

– ¿Cómo vivían la desinformación? El saber que era una guerra perdida mientras la propaganda oficial anunciaba que íbamos ganando.

Esos disparates como el “vamos ganando” los escuchábamos por la radio, una vieja Spika. Entonces la gente lo creyó. Fue muy triste porque se le mintió a toda la sociedad al no decirle la verdad de lo que estaba pasando. La acción final de Puerto Argentino empieza el 8 de junio y termina el 14. Fue una gran batalla. Resulta que los que nos felicitaron y nos dice que combatimos muy bien fueron los ingleses.

– ¿El hundimiento del Crucero General Belgrano fue un crimen de guerra?

– Fue un hecho de guerra. Está avalado por el Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas. Distinto hubiera sido un ataque a la ciudad de Comodoro Rivadavia. Fue fuera del área de exclusión, pero esta zona no fue establecida en un acuerdo entre Argentina y el Reino Unido, sino de manera unilateral.

– ¿Cómo se le explica a las nuevas generaciones la guerra de Malvinas?

– Fue un gobierno militar que jugó con el sentimiento Malvinas y de tener éxito prolongaba la dictadura. Hay que decirles que fue una gesta porque durante 44 días (desde los primeros bombardeos británicos, el 1° de mayo, sobre la islas) hubo hombres que combatieron. No fue un picnic para los británicos.

– ¿Cuál es su opinión sobre las denuncias de torturas sufridas por soldados argentinos por parte de oficiales superiores en Malvinas?

– Yo fui 8 años jefe del ejército (1991-1999) y no me llegó ninguna denuncia.

– ¿Usted cree que no hubo ningún caso?

– No estoy diciendo eso, por favor. Estoy diciendo que esas denuncian salen a partir de 2007. La justicia argentina actúa en esto. Hubo una jueza de Río Grande (Tierra del Fuego) que calificó estos hechos de torturas. Hubo una apelación de la defensa. La cámara de Comodoro Rivadavia cambió la carátula y habló de vejaciones. Una tortura puede ser 25 años de prisión, una vejación máximo 5. ¿Hubo vejaciones? No lo descarto. Yo transmito todo lo que me consta. En mi unidad no hubo.

– Hay muchísimos testimonios de soldados…

– Muchísimos testimonios no hay. Hay 4 procesados sin prisión preventiva que deberían haber sido sancionados con todo el rigor de la ley. Qué lástima que no me enteré siendo jefe del Ejército. Me enteré en 2007 cuando estaba en Colombia como embajador.

 ¿Esto no empaña la gesta?

– En absoluto. En toda guerra hay actos de cobardía en oficiales, suboficiales y soldados. Lo que digo es que eso está en la Justicia. Esperemos. Denuncias puede haber muchas. Tenemos que ser prudentes.

– Hay un reclamo recurrente de mujeres que estuvieron en la guerra de Malvinas, como las enfermeras, que fueron invisibilizadas durante muchos años

– En Malvinas tuve dos cargos. Era jefe de unidad y como era el teniente coronal más antiguo coordinaba todo el fuego terrestre. Tenía un panorama no solo de mi unidad, sino de lo que ocurría en el sector de la gran batalla de Puerto Argentino. Yo no vi mujeres en Malvinas, pero no digo que no haya habido. Llevé heridos al hospital militar de Puerto Argentino, pero nunca tomé contacto con mujeres.

 Es muy fácil comprobar que estuvieron

– Claro, pero yo no las vi. Después de la guerra por comentarios me dicen que en buques hospitales había mujeres. Si dicen que en los buques hospitales había mujeres, entonces había.

– Y merecen todo el reconocimiento…

– Por supuesto. Tienen que ser consideradas.

– ¿Cómo juzga la política actual sobre las islas Malvinas?

– En las últimas décadas ha habido una política parcial del gobierno de turno. La política exterior de un país es lo que más trasciende. Brasil tiene una política exterior ejemplar porque Itamaraty (sede de la Cancillería brasileña) prioriza eso. Acá ha habido incoherencias.

Ahora hay una cosa importante que es este Consejo Nacional de (Asuntos Relativos a) Malvinas que yo integro como uno más. Somos 25 o 27 miembros. Hay diputados y senadores de distintos signos políticos porque Malvinas no es del gobierno de turno. La cuestión Malvinas debe ser una política de Estado. Tenemos que tener una coherencia en la política exterior y más en la cuestión Malvinas. ¿La hemos tenido? No. Malvinas tiene que ser una política de Estado. De lo contrario, cada 4 años se cambia todo. Podemos tener 20 mil cosas internas. Eso es la democracia, pero en esto tenemos que estar juntos.

– ¿Estamos juntos?

– Todavía no.