El cuerpo de Javier Bertotto fue hallado en su departamento de la localidad La Tablada tras un llamado de vecinos al 911. Su pareja afirmó que el hombre se había quitado la vida. Las pruebas encontradas por el fiscal Adrián Arribas indican otra cosa

Un hombre fue hallado muerto el pasado lunes por la noche. Dos efectivos del Comando Patrullas Norte de La Matanza llegaron a un domicilio en la esquina de Necochea y Perdriel, zona de La Tablada, luego de un llamado al 911. La alerta comunicaba la posibilidad de una violenta discusión familiar. Allí, los recibió Débora Marín Romero, una mujer transgénero de nacionalidad peruana, quien les dijo: “Mi marido se mató”.

La insólita farsa de una mujer transgénero que mató a su marido y simuló un suicidio
Javier Bertotto y su pareja

Sin embargo, lo que había pasado era otra cosa. Los dos efectivos observaron el salón del lugar. Había sillas en el suelo, vasos rotos, un parlante hecho pedazos, una clara de señal de que había ocurrido una pelea. Luego, llegaron a la habitación principal. Allí estaba el cuerpo Javier Esteban Bertotto, de 26 años, oriundo de Ciudadela. Lo hallaron apoyado junto al armario, con el torso desnudo y sobre un gran charco de sangre a sus pies.

Tenía un tiro en la cabeza. Y Débora explicó: “Mi marido sacó un arma y se disparó en la cabeza”. Sin embargo, algo no encajaba en esa versión . La policía bonaerense convocó a Adrián Arribas, de la UFI de Homicidios de La Matanza, el fiscal de turno en la jurisdicción para crímenes violentos.

Bertotto tenía antecedentes penales. De acuerdo al sitio Infobae, estuvo preso en un penal federal, al menos, hasta marzo de este año. En 2019, el Tribunal N°27 porteño lo había condenado a cinco años de prisión por robarle a una mujer a punta de cuchillo en 2016. Su pareja también tenía antecedentes, una causa previa por tráfico de drogas, aseguran fuentes judiciales. Los vecinos hablaron de constantes peleas.

Además, le informaron al fiscal otro punto inusual: el departamento de la pareja tenía cámaras de seguridad, al igual que el edificio. Una vecina aportó una grabación que mostraba a Bertotto entrando al edificio con el torso desnudo debido al calor y con un casco de moto. Posteriormente, se ve en las imágenes a Débora bajando por la escalera, con algo en sus manos. Arribas intentó inspeccionar las cámaras él mismo.

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Débora Marín tras su arresto por el crimen de Bertotto

El fiscal se sorprendió al comprobar que el DVR, que almacena los datos, no estaba allí. El fiscal corrió hacia el contenedor en la esquina. Allí, precisamente, estaba el DVR. Lo incautó junto con la Policía, ante dos testigos. Después, Romero admitió otro dato curioso. Dijo que le habían robado el teléfono ese mismo día, pero que no había hecho la denuncia. También, inexplicablemente, afirmó que Bertotto rompió su propio teléfono y que lo echó a la basura.

Justamente, el teléfono de la víctima estaba en la basura. En la habitación donde se encontró el cadáver de Bertotto se encontró la prueba que finalmente determinó la acusación en su contra. No había un agujero de bala en el lugar, sino dos, con dos vainas servidas calibre 9 milímetros halladas por un equipo de peritos.

Así, Romero fue detenida y trasladada a una celda policial. Sus manos fueron preservadas para un dermotest. Fue acusada por los delitos de homicidio y tenencia ilícita de arma de guerra.