Resulta paradójico pero es real, mientras los humanos estamos aislados , la naturaleza respira y nos da una lección.

En los últimos días hemos visto a través de redes sociales y distintos medios de comunicación como en Venecia las aguas de sus canales están más limpias, hay peces y cisnes, en Junín de los Andes los ciervos tomaron la avenida principal de la ciudad, en Italia el país con mayor cantidad de muertos e infectados desde que comenzó la pandemia, se redujó la contaminación atmosférica como también sucede en Alemania.

En el Central Park emblema de la ciudad de New York las ardillas, y las más de 300 especies animales que conviven en el parque, se encontrarán con los caminos libres de humanos. Así ellos salen de su aislamiento al que los tenemos confinados.

Esto es causa y efecto de la pandemia, el contagio del virus puede ser entendido como producto de la destrucción de ecosistemas que, de a poco, muestran signos de recuperación. Otra lección que nos deja en esta crisis  la parálisis productiva y el aislamiento social.

La situación de la Tierra es realmente terrible, la destrucción de la biodiversidad y de ecosistemas enteros preocupa a grandes escalas porque el cambio climático ha llegado a niveles alarmantes, y todos  absolutamente todos somos responsables de su constante deterioro.

El universo siempre pone las cosas en su lugar y equilibra.

Pero más allá de estos tiempos de aislamiento es hora de realmente despertar y exigir a todos los gobiernos, empresas y a nosotros mismos, ya que con pequeñas acciones ayudamos de manera gigantesca, a  tomar la verdadera conciencia y medidas que el tema implica.

Será hora de replantearnos las acciones del hombre frente a la naturaleza y de realmente despertar.

Siempre las crisis nos dan otra oportunidad, aprovechémosla.