El Presidente Alberto Fernández tiene previsto anunciar una nueva cuarentena estricta, que incluirá el regreso a una fase anterior.

Con la cantidad de contagios y muertes por coronavirus, que sigue en aumento -en especial en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires- y que en las últimas 24 horas dejó un saldo de 35 muertes y 2.285 nuevos contagios, el presidente Alberto Fernández establecerá la extensión de la cuarentena con medidas más estrictas. Aunque la aceptación por parte de la ciudadanía luego de más de 90 días de aislamiento no será fácil, el Jefe de Estado les hablará a los argentinos para pedirles un último esfuerzo que evite dilapidar lo logrado hasta ahora.

Este jueves, Fernández volverá a reunirse en la quinta de Olivos con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y juntos harían el anuncio desde allí. Mientras Larreta es partidario de aguardar 10 días más antes de anunciar un endurecimiento de la cuarentena, Kicillof insiste en la necesidad de resolverlo cuanto antes. El presidente se inclinaría por la posición del gobernador, y el regreso a la fase 1 de la cuarentena comenzaría el lunes 29 de junio y se extendería hasta el 12 de julio, según informa Infobae.

Sin embargo, será una fase 1 con algunas diferencias. La etapa de “aislamiento estricto”, que comenzó el 20 de marzo pasado con el objetivo principal de “aplanar la curva” de contagios, fue la medida más drástica y la más estricta tomada por el Gobierno hasta el momento: de acuerdo al cuadro que elaboró el Ministerio de Salud, implica únicamente la circulación de las actividades esenciales. En este caso, a partir del lunes 29, se permitirá solamente la apertura de los negocios de cercanía, y los bancos mantendrán la atención al público.

El cambio más drástico será en el transporte. Si bien no será suspendido, habrá una fuerte restricción en los colectivos interurbanos. Un colectivo que realiza el trayecto Constitución-Tigre, por ejemplo, no podrá cruzar de la Capital a la provincia de Buenos Aires y terminará su recorrido en la General Paz. También se multiplicarán los puntos de control en los lugares críticos.

Quienes estuvieron durante las últimas horas con el presidente lo vieron tranquilo por lo realizado hasta ahora, pero preocupado por las proyecciones que recibió de manos de los especialistas. La velocidad de circulación del virus en la zona metropolitana es mayor que la que habían anticipado los infectólogos.

“En algún momento vamos a tener que cortar para descomprimir las camas de terapia intensiva. Es mejor hacerlo ahora que tenemos el agua al pecho que cuando nos llegue al cuello, como quiere hacer Horacio”, lo escucharon decir a Alberto Fernández en la intimidad de la quinta de Olivos.

Tanto Fernández como Kicillof y Larreta creen que los porteños y los bonaerenses comprenderán la necesidad de tomar una medida como esta. En ese sentido, el jefe de Gobierno porteño sostuvo que los casos de María Eugenia Vidal y Martín Insaurralde ayudaron a que la gente tomara más conciencia de la forma en que ya está circulando el virus. “Está pasando algo que antes no ocurría: todos conocen a alguien cercano que está contagiado. Un vecino del edificio, un compañero del trabajo o alguien de la televisión. Todo eso va a permitir ir a un sistema más riguroso por algunas semanas”, explicó el jefe de Gobierno porteño.

El temor de los funcionarios se sustenta en los antecedentes registrados en Europa, donde la propagación del coronavirus tuvo un comportamiento exponencial y cuando se desató el brote los sistemas de salud se vieron velozmente saturados. En la Argentina, hay que sumarle a este panorama una deficiencia estructural del sistema de salud, que según datos oficiales aumentó en 3.000 camas su capacidad durante los casi 100 días que se extendió el aislamiento social obligatorio.