
Los investigadores del crimen del empresario Fernando Pérez Algaba (41), quien fue hallado descuartizado adentro de una valija en un arroyo de la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora, trabajan para localizar el auto en el que se movilizaba la víctima al momento de su desaparición, al igual que su teléfono celular y su mascota, un perro bull dog que siempre lo acompañaba, para poder reconstruir las horas previas a que fuera asesinado de dos tiros por la espalda.
Para la fecha de su desaparición el empresario se movilizaba en una camioneta Land Rober Range Rover Evoque modelo 2012, que estaba a nombre de la empresa Antártida Compañía Argentina de Seguros S.A., y que por el momento no fue localizada.
Los pesquisas creen que Pérez Algaba, un empresario dedicado a la compra y venta de autos de alta gama, que había contraído grandes deudas con inversiones en criptomonedas, fue abordado por los asesinos cuando usaba ese rodado, motivo por el cual les resulta indispensable poder localizarlo para someterlo a peritajes en busca de rastros tanto de la víctima como de el o los autores del crimen.
Otro elemento que tampoco fue hallado hasta el momento, y cuya búsqueda es uno de ejes centrales de la pesquisa, es el teléfono celular de Pérez Algaba, en el cual almacenaba más de 200 mensajes amenazantes, audios de conversaciones que había mantenido con personas a las que le debía dinero y textos que había escrito respecto de su situación financiera y relación conflictiva con sus acreedores en el block de notas.
Si bien ese dispositivo no pudo ser aún encontrado, muchos de esos mensajes y audios fueron difundidos a través de medios de prensa, lo que llevó a que la Fiscalía 5 de Lomas de Zamora a cargo de la causa, Marcelo Domínguez, decidiera incorporarlos al expediente para analizarlos como evidencia.
En base a ellos, en las últimas horas se presentaron a declarar en la fiscalía dos personas que aparecen en los audios y textos: un tal Gustavo Iglesias, y su hijo, Nazareno, a quien el empresario le debía alrededor de 70.000 dólares.
“Yo no te voy a matar, te voy a hacer algo peor, te voy a sacar los ojos y cortar las manos para que no puedas contar más en tu vida plata, juro por mis hijos que no tengo ningún problema por ir preso“, es una de las amenazas dichas por Iglesias, quien él mismo admitió ante la justicia haber proferido.
De esos audios y textos también surgieron otros conflictos que Pérez Algaba mantenía con otras personas, entre ellas con un examigo llamado Nahuel Vargas, a quien también le debía dinero y quien había denunciado al empresario por amenazas en febrero pasado.
El hecho que originó la denuncia de Vargas ocurrió cerca de las 21 del 13 de febrero pasado en Los Indios al 2400, de Castelar, partido de Morón, cuando se encontraba en la puerta de su casa junto a un amigo y llegó al lugar Pérez Algaba, quien le gritó varias veces “te tiro”.
Según el denunciante, ante ello él corrió hacia la calle Villanueva y escucho una fuerte explosión. Al regresar a la puerta de su vivienda, contó que observó su camioneta Toyota Hilux blanca con la luneta trasera dañada y en el interior con rastros de vidrios y restos de piedras.
Vargas detalló en su exposición que Pérez Algaba era su examigo y que tenía “miedo” de lo que pudiera hacerle, ya que no era la primera vez que se le aparecía. También manifestó temor de que le sucediera algo a su madre, que vive con él.
Finalmente, otro faltante que desvela a los pesquisas, es el perro de la víctima, un bull dog francés color beige, llamado Kupper, de quien la víctima no se separaba.
Incluso, según las fuentes, en el último domicilio que alquiló temporalmente el empresario en la calle Olazábal al 1600 de Ituzaingó, se halló, junto a sus dos notebooks, un certificado de su psiquiatra en el que se consigna que presentaba un cuadro depresivo y de ansiedad y le aconsejaba que viajara con su perro.
La mascota no fue vuelta a ver en la zona del domicilio ni se detectaron rastros suyos por el momento, por lo que es otro punto de interés para conocer los últimos movimientos de la víctima, según dijeron los investigadores consultados.