“Milagros del Cielo” ganó el primer premio del mundial de alfajores y eso provocó un boom de ventas y pedidos desde el exterior.

Después de recibir el premio al “mejor alfajor del mundo” por su producto estrella de mousse de chocolate al licor, Fabiana Ocaranza atendió emocionada a amigos, al Intendente y al obispo de Mar del Plata que la llamaron para felicitarla, y aunque supuso que vendrían días intensos no imaginó que la esperaba una semana con largas filas de clientes frente a sus dos locales ni que le lloverían pedidos desde lugares como Madrid o Nueva Jersey.

“Desde que trascendió que habíamos ganado, volaron todos los alfajores, nos quedamos sin stock en horas. El de mousse directamente desapareció. El lunes teníamos los locales detonados. Nos desbordó por completo. Estamos procesando la emoción y viendo cómo ir cumpliendo con todo el mundo”, dijo a Télam Ocaranza, responsable de Milagros del Cielo, la empresa marplatense que se quedó el domingo pasado con el primer mundial organizado en la Feria Argentina del Alfajor, en el microcentro porteño.

Locura por "el mejor alfajor del mundo": stock agotado, pedidos del exterior y nuevas sucursales

El premio fue entregado luego de que un jurado de expertos considerara, tras una cata a ciegas, que la combinación de galletitas con 50 gramos de relleno de mousse de chocolate al licor de ese alfajor era imbatible, entre más de 350 muestras en competición. “Yo nunca imaginé que iba a ganar, y mucho menos que todo se viralizaría de esta forma. Tengo cientos de mensajes de WhatsApp sin responder. Tuvimos que hacer cartelitos para pedir disculpas porque no damos a basto. Nosotros podemos producir hasta 1.000 alfajores por día como mucho, pero vuelan en horas. Creo que si tuviera 10.000, también los vendo”, contó Ocaranza.

Milagros del Cielo tiene un local montado hace 22 años en Diagonal Pueyrredón y peatonal San Martín, en pleno centro de Mar del Plata, y otro que funciona desde octubre de 2021 en la calle Güemes al 2.700, y desde el último fin de semana, cientos de turistas y vecinos desfilan a diario por ambos. Clientes de toda la vida, vecinos que no conocían la marca o turistas que quieren comprar en cantidad para llevar de regalo hacen fila desde temprano para asegurarse su alfajor, aunque la sensación térmica esté debajo de los cero grados.

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“Vino una mujer de Tucumán que me pidió diez cajas para regalar. ´Ya no me quedó nada´, le expliqué. Pero me decía que sacara algo que tuviera almacenado por ahí. Otro hombre vino cuando llegaban cajas nuevas. ´Deme, deme´, me decía. Le expliqué que esos no eran los de mousse ganadores, que eran de chocolate blanco. Se los llevó igual, sin mirarlos. Es una locura hermosa”, explicó. Ocaranza dijo que recibió pedidos de distintas ciudades del país, mensajes con consultas para abrir locales a través de franquicias, y llamados de España, Portugal, Bolivia, Puerto Rico, Estados Unidos y Chile, para exportar el producto.

Por el momento, en marzo de 2023 está prevista la apertura de la primera franquicia en la ciudad de Buenos Aires, que estaba pautada desde mucho antes, y si bien la posibilidad de exportar estaba en la agenda de la empresa, el objetivo es que una escala de producción mayor no afecte el componente artesanal del producto. La planta de producción está ubicada en la zona del puerto de Mar del Plata, y según explicó Ocaranza, ya están pensando en incorporar personal, siempre bajo la batuta de su “irremplazable” pastelero Antonio Díaz, que la acompaña desde hace 22 años.

“Seguramente vamos a necesitar más gente. Me tengo que preparar mentalmente para todo esto. Yo siempre fui una dueña muy presente. Trabajaba 14 horas en el local, y sigo teniendo una relación muy directa con los clientes. Y ahora me paso medio día hablando con radios y atendiendo llamados o propuestas comerciales. Es una exposición fantástica, y a su vez queremos tener los pies sobre la tierra”, explicó la empresaria, que admitió que hasta ese rótulo le resulta raro.

Ocaranza es técnica química, trabajó en la industria del pescado, y estudió algunas materias de derecho, hasta que en una clase se levantó y se fue, porque sintió que no era lo suyo. En 2000, decidió abrir el primer local, priorizó a lo largo de los años el posicionamiento de la marca por el boca a boca, como producto marplatense, y surfeó la pandemia por coronavirus con pedidos particulares que ella misma repartía incluso en su auto. “Yo suelo decir que trabajé 22 años en lo que no se ve para lograr que al final se viera. Es un premio por el esfuerzo y creo que tanta gente está feliz por esto, porque es como una pequeña luz en un momento tan complicado”, concluyó.