Las complicaciones en la salud de Benedicto abren una serie de interrogantes sobre cómo serán las exequias de un pontífice renunciante. Quién decidirá los pasos y cómo será el procedimiento para tal fin.
El agravamiento de la salud del papa emérito de 95 años Benedicto XVI, informado este miércoles por el Vaticano, abrió una serie de interrogantes sobre cómo podrían desarrollarse los primeros funerales de la era moderna para un pontífice renunciante, que serán decididos por el papa Francisco.
Con un Joseph Ratzinger “muy enfermo” en las últimas horas, como lo definió ayer el propio papa Francisco, la ausencia de un protocolo específico para la muerte de un papa emérito crea un vacío sobre la organización de las exequias que podrían ser en cuestión de días.
Ratzinger, que fue elegido Papa en 2005 y renunció al pontificado en 2013, podría ser despedido con los máximos honores considerando su pasado como papa y además la cercanía que lo ha unido a Francisco.
El pontífice argentino, a mitad de diciembre, lo describió como “un grande, un santo, un hombre de alta vida espiritual” en una entrevista con el diario español ABC.
La dimisión de Ratzinger, que lleva más tiempo como emérito (casi 10 años) que el que tuvo como Papa en funciones (siete años y medio), fue la primera renuncia de un pontífice desde 1294 y, su eventual muerte crea un escenario novedoso en los últimos ocho siglos.
La hipótesis más probable, apuntan fuentes vaticanas, es que haya uno o dos días para que los fieles se despidan de Ratzinger en la Basílica de San Pedro y que luego se hagan los funerales, para los que se esperarían delegaciones oficiales de todo el mundo.
Según el sitio especializado Il Sismógrafo, la única voluntad expresa de Ratzinger es ser enterrado en el nicho de la cripta de la Basílica de San Pedro en el que ya estuvieron sus predecesores Juan XXII (de 1963 a 2001) y Juan Pablo II (de 2005 a 2011), luego transferidos a la superficie de la Iglesia vaticana.
Se descuenta que los funerales serán presididos por Francisco, quien decidirá su forma y duración, y que las exequias contarán con la presencia de líderes políticos y religiosos de todo el mundo.
En el caso de los papas en funciones, las ceremonias oficiales ante fallecimiento están detalladas en el capítulo V de la Constitución Apostólica Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996.
“Tras la muerte del Romano Pontífice, los cardenales celebrarán las exequias en sufragio de su alma durante nueve días consecutivos, según el Ordo Exequiarium Romani Pontificis, cuyas normas cumplirán fielmente”, dice el texto constitucional en su artículo 27.
De hecho, el último funeral de esta índole fue el presidido por el propio Ratzinger, entonces decano del colegio cardenalicio, tras el fallecimiento de Juan Pablo II.
Según la praxis con los Papas en funciones, antes del sepelio, el cuerpo del pontífice se deposita dentro de tres ataúdes, metidos uno dentro de otro; el exterior es de madera de olmo pulimentada, el del medio es de plomo y el interior es de madera de ciprés.
Ratzinger tuvo en las últimas horas un “agravamiento” de su salud, informó este miércoles el Vaticano en un comunicado, luego de que Francisco pidiera oraciones por su predecesor al recordar que “está muy enfermo”. El pontífice argentino lo visitó ayer tras la audiencia general, dio a conocer la Santa Sede luego.