Espinillo fue condenado a seis años de cárcel, pero evadió a la Justicia y estuvo casi cinco años prófugo. Lo arrestó la Policía Federal en un trabajo conjunto con el fiscal José Campagnoli
Maximiliano Espinillo estaba cambiado, más flaco que la imagen que lo muestra en su afiche de most wanted, donde el Ministerio de Seguridad de la Nación ofrecía 5 millones de pesos para quien lo delatara. Estaba prófugo desde el 10 de agosto de 2018, cuando fue condenado a seis años de prisión por haber abusado sexualmente de una menor de edad durante siete años. Sin embargo, Espinillo nunca fue a la cárcel.
Había dejado el auto que manejaba como remise, había dejado de ir a la cancha, intentaba borrar los rastros de sus movimientos. Así, se mantuvo en la clandestinidad durante casi cinco años, hasta hoy. La División Búsqueda de Prófugos de la Superintendencia de Investigaciones Federales de la PFA finalmente lo encontró en la mañana del miércoles mientras dormía en una casa chorizo de la calle Luis Sáenz Peña al 1900, zona de Boedo, a pocas cuadras del hospital Garrahan.
La captura fue mediante una investigación pedida por el Tribunal de Menores N°3 a cargo del juez Sergio Real y la UFECRI, la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja, a cargo del fiscal José Campagnoli. Así, lo arrestaron y se lo llevaron. El domicilio donde lo encontraron era, precisamente, su domicilio fiscal registrado ante la AFIP.
La causa en contra de Espinillo por la cual fue condenado había comenzado en 2010. La víctima que atacó era una menor de su propia familia. La imputación fue maratónica: corrupción agravada por tratarse de una menor de trece años de edad y mediante el empleo de amenazas, en concurso ideal con abuso sexual agravado por haber configurado un sometimiento gravemente ultrajante reiterado, ocasionando un grave daño en la salud fisca y mental de la víctima.
Ubicarlo no fue tarea fácil, sabía la condena que sobre el pesaba. La perseverancia de los Detectives Federales, el uso de nuevas tecnologías para la investigación criminal recientemente incorporados, explotación sobre redes sociales, análisis telefónicos, más chequeos constantes permitieron establecer que se guarecía en la casa de sus padres, en el Barrio de Constitución; permaneciendo allí oculto esperando que su condena prescriba en poco tiempo.
En esa inteligencia; hace meses atrás y con indicios cuasi vehementes de que allí estaba, se realizaron diversas vigilancias que permitieron mantener una observación directa sobre el inmueble a una distancia prudencial, medida esta que el día de ayer dio sus frutos al certificar la presencia, con algunos rasgos diferentes (pelo corto, delgado) del prófugo en el lugar. Espinillo fue sorprendido durmiendo en una habitación de la casa chorizo que utilizaba de escondite.
Ahora Espinillo aguarda en los calabozos de la superintendencia de Investigaciones federales, su remisión a la Unidad Penal que la Justicia designe, para purgar su condena.